"A saucerful of secrets", Pink Floyd, 1968, EMI Columbia/Tower

Si se prescinde del romanticismo más ingenuo y de la cosa vagamente conmovedora de la letra de su última canción, poco importa que "A saucerful of secrets" sea el último disco de Pink Floyd donde todavía colabora Syd Barret. Los fans de este último sin duda tienen muchas razones para conmoverse con "Jugband blues", pero una vez que se prescinde de esa apelación a la letra lo que queda es un final interesante y un uso ingenioso de tres compases intercalados (2/4, 3/4 y 4/4): nada que pueda realmente compararse con lo mejor del álbum, que va desde la oscuridad cuasi-drone de "Set the controls for the heart of the sun", con su clima denso y ominoso, hasta la belleza de las cuatro partes (no declaradas como tales o con cuatro títulos en el álbum pero sí en su incorporación, en vivo, a "Ummagumma" o, al menos, a algunas ediciones de este disco) del title-track, sin duda una muestra fascinante de rock espacial y dark ambient, que toma la psicodelia filo-beatle del primer disco y de algunos momentos del álbum que la contiene para llevarla a lugares asombrosos. Después de eso no hay necesidad de incorporar casi nada más, pero "A saucerful of secrets" -sin duda el mejor disco de Floyd hasta el más clásico de los suyos, y por tanto el más brillante de la primera etapa de la banda- también incluye -un poco como si se siguiera la dirección marcada por "Interstellar overdrive" y también "Astronomy domine" en "The piper at the gates of dawn"- la impresionante "Let there be more light", con su bajo reiterativo que suena a secuenciado y el ambiente que va configurándose a medida que avanza la pieza.
Las composiciones de Wright ("Remember a day" y "See-saw") son deliciosas pero de alguna manera se acomodan en una posición menor en comparación a las recién mencionadas: algunas de sus atmósferas regresarían en piezas de mayor interés en "Meddle" y se las arreglarían por tanto para abrirse camino hacia los puntos más altos de la discografía, pero aparte de la textura bellísima del comienzo de "See-saw" (que pronto deviene en una pieza menos interesante, de todas formas), resultan un poco más olvidables. Algo similar ocurre con "Corporal Clegg", si bien su humor y su juego riffero siniestro la realzan un poco: quizá su problema es, simplemente, haber sido incluida en el álbum equivocado. Contrafácticamente, es decir, "A saucerful of secrets" parecería todavía mejor en una hipotética versión todavía más progresiva, con un lado A dominado por "Let there be more light" y "Set the controls for the heart of the sun" y uno B dedicado enteramente a una versión extendida de "A saucerful of secrets". Y sí, lo confieso, no me importa para nada "Jugband blues". Barrettianos, desprécienme.

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