"Diamond dogs", David Bowie, 1974, RCA



Para 1974 la única posibilidad de hacer algo realmente intersante con el glam rock  implicaba llevar al extremo alguno de sus rasgos distintivos, y en el caso del disco con el que Bowie se despediría de la estética que lo hizo famoso serían las cualidades más intelectuales, literarias y barrocas del llamado "alto glam" las tensadas. La doble matriz del proceso fue la novela "1984", por un lado, y el descubrimiento de las técnicas de cut up de William S. Burroughs, por otro; el resultado fue un álbum sorprendente (es dificil pensarlo entre los 5 mejores del músico, pero sin duda está entre los más fascinantes), y si bien es cierto que cada disco de Bowie es de alguna manera singular en el contexto de la discografía, el sonido de "Diamond Dogs" parece más alejado que otros de un posible "estilo" persistente. Esto es llamativo, en tanto el de 1974 es el álbum en que Bowie más se involucró a nivel musical, con la primera guitarra a su cargo, los coros, los saxofones, el melotrón y también los sintetizadores -aunque quedó algo de espacio para Mike Garson en piano y algún sintetizador. Está claro que Bowie no era un guitarrista virtuoso, y que de hecho su técnica era  subestándar (pensando en el estándar de trabajos anteriores junto a Ronson, específicamente), pero de esta limitación -que acaso sigue la máxima de Brian Eno "honra tus errores como si fueran intenciones secretas"- se desprende buena parte de la personalidad del álbum, con su sonido de guitarra sucio y desprolijo, que vuelve a acercarse a The Rolling Stones -como ya había pasado con "Watch that man", de "Aladdin Sane"- especialmente en al canción que da nombre al disco y en "Rebel rebel", famosamente pensada como un robo a "Satisfaction".
El proyecto de musicalizar "1984" no pudo ser llevado a cabo debido a reparos de la viuda de Orwell, de modo que Bowie optó por convertir al proyecto en una distopía de corte más personal, que queda en evidencia especialmente en el lado A de "Diamond Dogs", tanto en la introducción del personaje "Halloween jack" (que, sin embargo, no vuelve a ser mencionado en el disco y queda, en la mitología Bowie, asimilado a la imagen pirata/gitana con la que el cantante aparece en el video de "Rebel rebel") y su entorno en la canción que da nombre al disco como en la suite "Sweet thing/Candidate/Sweet thing reprise", que está sin duda entre lo mejor del álbum y es, además, una de las más tremendas performances vocales de Bowie. Desde la intro narrativa ("Future legend") hasta el reprise de "Sweet thing" el tono es grandilocuente y cargado, y por eso es extraño el cierre de la primera mitad del álbum, que parece atenuarse hasta el sonido mucho más tenso y limitado de "Rebel rebel".
El lado B ofrece una cercanía más importante con la novela de Orwell, especialmente desde "1984" y "Big brother", pero también con "We are the dead", el momento más oscuro y siniestro del álbum. De hecho, esta canción funciona a modo de concentración de la oscuridad que recorre el álbum, no sólo desde las letras (en las que la visión pesadillesca del futuro está más que clara, cut ups aparte) sino también desde cierta espacialidad cavernosa del sonido (notoriamente al comienzo de "Sweet thing") y su deliberada fealdad en las guitarras y en algunas texturas de teclados. En cualquier caso, al panorama gnóstico ominoso de "We are the dead" la salida propuesta -en "1984"- es ante todo musical, o conceptual de manera metamusical, en tanto está en su funk a la "Theme from Shaft" -con esa guitarra wah-wah muteada y loopeada- y toda la carga americana y "negra" del sonido la pista de hacia dónde estaba por moverse Bowie, cosa que quedaría aún más clara con la gira siguiente, recogida tanto en "David live" (1974) como en el más soul "Cracked actor" (2017). En cualquier caso, esas cualidades del glam llevadas al extremo permanecerían con Bowie: la teatraliad (notoria en la gira del álbum), la artificialidad (la manera androide de cantar soul en "Station to station") y el pastiche (todo "Young americans") no se retirarían de verdad sino hasta la llegada de "Low", que puede pasar por el álbum menos glam de David Bowie, y eso vuelve interesante el hecho de que está considerado casi unánimemente (y yo suscribo) el mejor.

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