"Against the day", Land of Kush, 2009, Constellation
El segundo álbum de Land of Kush (el colectivo formado por Sam Shalabi, de Shalabi Effect y otros proyectos musicales) vuelve a llevarnos a ese lugar donde cabe que nos preguntamos por las relaciones posibles entre una obra literaria y una musical o, mejor, por el modo de ser de un disco que remite directa y explícitamente a una creación literaria. Así, a la hora de pensar el disco en cuestión la comparación con -o la lectura desde- la novela homónima de Thomas Pynchon parece más necesaria incluso que en los casos de "Leviathan", de Mastodon, y "The call of the wretched sea", de Ahab, ambas "inspiradas" en Moby-Dick, o en el de "Finnegans wake" ,de Tangerine Dream. ¿Por qué? Bueno, para empezar, porque los discos de Mastodon, Ahab y Tangerine Dream no ofrecen una división que remede exactamente la episódica del libro, mientras que "Against the day", el disco de Land of Kush, y "Against the day", la novela de Pynchon, constan de cinco episodios titulados exactamente igual. Es decir: el gesto de Land of Kush de remedar hasta ese punto la forma básica o estructura de la novela que habría de haber "inspirado" la música sin duda parece señalarnos que, efectivamente, debemos fijarnos en el libro de Pynchon.
Sin embargo, si bien cierto efecto general podría parecer similar (cierto ímpetu maximalista, digamos, unido a algo así como una "dificultad" en tanto manera de describir la relación entre la obra y su usuario o la "extrañeza fascinante" como modo de ser a gran escala de la escritura pynchoniana), las diferencias entre libro y álbum parecen demasiado grandes como para que no deban ser, a su vez, tenidas en cuenta como parte de lo propuesto. Salta a la vista, por ejemplo, que buena parte del disco de Land of Kush -por no decir todo- se apoya en sonoridades de cercano oriente (de hecho el principal referente del proyecto es la música orquestal egipcia de la década de 1960), mientras que la novela de Pynchon es, en líneas generales, no otra cosa que un western. De hecho, esa suerte de disonancia entre el disco y su modelo literario queda establecida de manera rotunda e indudable ya al comienzo: la novela de Pynchon empieza de manera extraordinariamente "legible", por decirlo de alguna manera, y pronto se encauza en las maneras y códigos de una narrativa juvenil de aventuras; el disco de Land of Kush, en cambio, es inaugurado por un paisaje sonoro ante todo extraño, con voces y drones sucediéndose como esbozos de la materialización de un universo. Y es recién en el último tercio de la composición que algo parece configurarse, justo con el arribo de un violín eminentemente "egipcio" y, en el enganche de esta primera parte con la que la sigue, una percusión del mismo modo cercano-oriental.
"Iceland spar", esa segunda parte del disco, es especialmente interesante; hay un vocalista (Jason Grimmer) cuya performance, extrañamente ecualizada y mezclada un poco por debajo de los otros instrumentos, sigue la línea melódica de un violín (o acaso viola), siempre sobre un ritmo hipnótico e incesante. Pasada la segunda mitad -pero el ritmo se mantiene igual- interviene un grupo de saxofones, en una manera que evoca el free jazz, y, finalmente, comparece una guitarra eléctrica. La percusión es siempre rica e intrincada, y es llamativamente variada pese a la insistencia en el compás de 4/4 con acentos que sugieren una división ternaria.
El mismo recurso rítmico aparece en "Bilocations", el mejor momento del disco, que incluye una vocalista (Marie Davison) y una marcada sonoridad de cercano oriente, para disolverse hacia el final en un ambiente reminiscente de la primera sección.
"Against the day" es sin duda la sección más intensa y urgente, y después de un primer tercio libre y derivado del final de la parte anterior se encauza firmemente en un 4/4 con acentos más rockeros, sobre el que parecen planear las voces, puntuadas aquí y allá por notas de los instrumentos de bronce y acordes de guitarra con distorsión.
"Rue du départ", finalmente, explora la zona menos marcadamente rítmica del álbum y desarrolla un ambiente poblado por todas las texturas ofrecidas previamente: erupciones noise, cuerdas egipcias, breves irrupciones de percusión.
Acaso la creación de un sonido "raro" pueda pensarse como el punto de contacto entre el efecto de lectura de la novela (que tiene, por todas partes, momentos de mindfuck y ruptura de toda lógica narrativa lineal) y la música propuesta por la banda, como si se dijera que de alguna manera lo compuesto "remeda" la extrañeza fundamental a la prosa de Pynchon; más allá de eso, las diferencias notorias entre los elementos más legibles de la novela (su ambientación, sus tramas, el tono de buena parte de los episodios) parecen apuntar a una vocación específica de evitar los paralelismos más obvios. En cualquier caso, "Against the day", ya libre de su modelo literario, es una experiencia sonora tan fascinante como demandante. Casi -y que se me perdone el regreso al libro- tanto como la novela.
Sin embargo, si bien cierto efecto general podría parecer similar (cierto ímpetu maximalista, digamos, unido a algo así como una "dificultad" en tanto manera de describir la relación entre la obra y su usuario o la "extrañeza fascinante" como modo de ser a gran escala de la escritura pynchoniana), las diferencias entre libro y álbum parecen demasiado grandes como para que no deban ser, a su vez, tenidas en cuenta como parte de lo propuesto. Salta a la vista, por ejemplo, que buena parte del disco de Land of Kush -por no decir todo- se apoya en sonoridades de cercano oriente (de hecho el principal referente del proyecto es la música orquestal egipcia de la década de 1960), mientras que la novela de Pynchon es, en líneas generales, no otra cosa que un western. De hecho, esa suerte de disonancia entre el disco y su modelo literario queda establecida de manera rotunda e indudable ya al comienzo: la novela de Pynchon empieza de manera extraordinariamente "legible", por decirlo de alguna manera, y pronto se encauza en las maneras y códigos de una narrativa juvenil de aventuras; el disco de Land of Kush, en cambio, es inaugurado por un paisaje sonoro ante todo extraño, con voces y drones sucediéndose como esbozos de la materialización de un universo. Y es recién en el último tercio de la composición que algo parece configurarse, justo con el arribo de un violín eminentemente "egipcio" y, en el enganche de esta primera parte con la que la sigue, una percusión del mismo modo cercano-oriental.
"Iceland spar", esa segunda parte del disco, es especialmente interesante; hay un vocalista (Jason Grimmer) cuya performance, extrañamente ecualizada y mezclada un poco por debajo de los otros instrumentos, sigue la línea melódica de un violín (o acaso viola), siempre sobre un ritmo hipnótico e incesante. Pasada la segunda mitad -pero el ritmo se mantiene igual- interviene un grupo de saxofones, en una manera que evoca el free jazz, y, finalmente, comparece una guitarra eléctrica. La percusión es siempre rica e intrincada, y es llamativamente variada pese a la insistencia en el compás de 4/4 con acentos que sugieren una división ternaria.
El mismo recurso rítmico aparece en "Bilocations", el mejor momento del disco, que incluye una vocalista (Marie Davison) y una marcada sonoridad de cercano oriente, para disolverse hacia el final en un ambiente reminiscente de la primera sección.
"Against the day" es sin duda la sección más intensa y urgente, y después de un primer tercio libre y derivado del final de la parte anterior se encauza firmemente en un 4/4 con acentos más rockeros, sobre el que parecen planear las voces, puntuadas aquí y allá por notas de los instrumentos de bronce y acordes de guitarra con distorsión.
"Rue du départ", finalmente, explora la zona menos marcadamente rítmica del álbum y desarrolla un ambiente poblado por todas las texturas ofrecidas previamente: erupciones noise, cuerdas egipcias, breves irrupciones de percusión.
Acaso la creación de un sonido "raro" pueda pensarse como el punto de contacto entre el efecto de lectura de la novela (que tiene, por todas partes, momentos de mindfuck y ruptura de toda lógica narrativa lineal) y la música propuesta por la banda, como si se dijera que de alguna manera lo compuesto "remeda" la extrañeza fundamental a la prosa de Pynchon; más allá de eso, las diferencias notorias entre los elementos más legibles de la novela (su ambientación, sus tramas, el tono de buena parte de los episodios) parecen apuntar a una vocación específica de evitar los paralelismos más obvios. En cualquier caso, "Against the day", ya libre de su modelo literario, es una experiencia sonora tan fascinante como demandante. Casi -y que se me perdone el regreso al libro- tanto como la novela.
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