"Finnegans Wake", Tangerine Dream, 2011/2013/2015, Cleopatra / Purple Pyramid

¿Cómo (o a qué) debería sonar un disco inspirado en Finnegans Wake, acaso el libro más impenetrable del canon occidental? Curiosamente, la versión musical propuesta en 2011 por Tangerine Dream esquiva las respuestas más fáciles. Y acaso también las mejores.
El texto de Joyce, es sabido, tiene su matriz en la elaboración de juegos de palabras multilingues; eso acaso podría traducirse a texturas y sonoridades disímiles puestas en comunicación y en alguna forma extraña de armonía, sirviendo un propósito no reconocible de manera unívoca pero sí notoriamente presente. Pero no es esa la opción de Tangerine Dream; o si lo es, lo es sutilmente, y en algunos momentos específicos del disco. Acaso, entonces, "The sensational fall of the master builder", la primera de las composiciones y probablemente la mejor, sea la que ofrece más claramente esa manera de comprender una relación posible entre el Finnegans Wake y la música. Si bien su base, por llamarla de alguna manera, es electrónica a la manera de la escuela de Berlín (pero con un sonido brillante y, digamos, "digital"), con sus secuencias y sus arpegios -nada por completo diferente del sonido de la banda durante buena parte de la década de 1970-, la composición incluye pequeñas irrupciones de texturas llamativas, incluyendo voces humanas, beats techno/dance, sintetizadores new age, sonoridades acústicas y glitches digitales. Pero el uso del recurso es somero, y la impresión no llega a ser apabullante, pese a que la composición logra fascinar casi completa.
El título remite al capítulo primero de Finnegans Wake, cuyo "argumento" suele resumirse desde la "caída" del "protagonista", tanto una literal como una digamos "simbólica" de todas las caídas simbólicas que aparecen en todos los relatos con caídas, desde el de Adán hasta el de Humty Dumpty. El detalle de "master builder" es de especial interés, ya que en alguna lectura posible el que "cae" en el episodio es Finn McCool, un gigante o semidiós de la mitología irlandesa, célebre por sus grandes construcciones urbanísticas y arquitectónicas.
El enfoque texturado apenas regresa en lo que sigue del disco, y del mismo modo ninguno de los títulos denota una lectura tan en profundidad. Acaso otra manera de construir un Finnegans Wake sonoro, en todo caso, pueda partir de la noción de "oscuridad" tan presente en el libro (y señalada magníficamente en "James Joyce book of dark", el libro de John Bishop, que hace a Finnegans Wake un libro "sobre" la interpretación, sobre la lectura, sobre la posibilidad de "comprender", a la vez que una exploración del tiempo que pasamos dormidos). Acaso ese lado "onírico" sí esté presente en el álbum de Tangerine Dream, pero dificilmente haya algo no "comprensible" en él, que cede fácilmente a oyente; incluso entendiendo "oscuridad" en el sentido más usual en que cabe usarlo en cuanto a música (como al decir que el black metal es música "oscura") no hay sino momentos muy especificos en que se siente algo así.
El comienzo de "Finnegans excesive wake", entonces, segunda de las composiciones del disco, podría ser un buen ejemplo. Incluso su título, que incorpora la noción de "excesivo" (un velorio excesivo, una estela excesiva) podría funcionar como manera -un poco simple, convengamos- de dar cuenta del texto de Joyce. Es, en cualquier caso, la más serena de las piezas del disco, y acaso algo alejada del molde clásico (y por clásico entiendo "setentero", un sonido al que las sucesivas y numerosas entradas de la discografía retornan y eluden) de Froese y compañía. Hay algunas melodías que dialogan fluidamente, otras tantas voces humanas y percusiones que recuerdan a un gamelán o una marimba, y el fondo secuenciado está notoriamente menos presente que en "The fall of the master builder", pero lo más interesante de la composición es su cambio hacia la mitad: nuevas texturas de sintetizador alcanzan el primer plano hasta que irrumpe un solo de guitarra lamentablemente algo cursi, como casi todas las guitarras del disco.
Sigue "Resurection by the spirit", sin duda otra de las piezas más fascinantes del disco: más intrincada, intensa y ansiosa, con cambios de tempo y polímetros, además de cierta mutación en el sonido ambiente general -hacia el último tercio de los 5:39 por los que se prolonga- que podría aportar a esa noción ya comentada de una diversidad de timbres (ya que no de sonoridades "étnicas", una opción bastante evidente para construir sonoramente los juegos de palabras en tantos idiomas). En todo caso, la noción de una "resurrección del espíritu" remite a un ciclo de muerte (la "caída" aludida en la primera composición), velorio (el "excesivo" de la segunda) y retorno, algo tan compatible con Finnegans Wake como casi cualquier relato que podamos ensamblar.
Las tres piezas que siguen parecen pertenecer a un nuevo ciclo o sección, como si las ya comentadas armaran algo así como un equivalente del primer libro de los cuatro en que Joyce dividió su obra.  Así, "Mother of all sources" es un momento de gran belleza que acaso remita a Anna Livia Plurabelle, la figura femenina más importante del libro. Es en esta composición, en todo caso, donde aparecen las melodías más interesantes.
La introducción de "The warning forces of the twins", quinta de las piezas del disco, parece declarar que se ha accedido a un lugar nuevo, con su textura de teclados tan diferente a todo lo que ha sonado anteriormente. El título es otra referencia atenta al libro, en tanto los "gemelos" podrían ser Shem y Shaun, figuras que recorren las cuatro partes de Finnegans Wake y sus subdivisiones, y que protagonizan todos los relatos familiares imaginables.
La pieza se apoya marcadamente en ese sonido de teclados con el que comienza, y está entre las más ágiles y energéticas del disco. La que sigue, "Three quarks for muster mark", además de ser la única cita directa de Finnegans Wake  (y es, de hecho, la que dio a Murray Gell-Mann el nombre para la partícula fundamental del núcleo atómico), es sin duda el momento menos interesante del disco.
"Everling's mythical letter", la penúltima de las composiciones, parece ofrecer la expresión del nivel medio del álbum, sin incorporar ni lo peor ni lo mejor, aunque acaso la secuencia básica está entre las más logradas (y su título podría entenderse como un regreso a la primera parte del libro, en la que aparece una carta escrita por la esposa del protagonista).
Al final corresponde "Hermaphrodite" (un título cuya relación con el libro de Joyce es un poco más misteriosa que en el caso de los que lo preceden), que abunda en sonidos fluidos, acuosos, e incorpora un piano acústico por primera vez en el contexto del álbum. Poco a poco, además, va instalándose una percusión y una serie de secuencias, que sirven de base a un solo de guitarra; lamentablemente, el comienzo de la composición sugería un nivel que luego parece derrumbarse en otro de los momentos flojos del disco, lamentablemente elegido para clausurarlo.
Sin duda "Finnegans Wake" habría sido una maravilla en la década de 1970; en 2011 no pasa de una curiosidad con momentos de una calidad comparable a la de lo mejor de Froese y sus músicos -y otros momentos de clichés y poca imaginación, que no solo desmerecen a Tangerine Dream sino a la obra maestra de Joyce. Pero, por supuesto, ¿cómo lidiar con semejante libro? La pregunta del comienzo de este comentario sigue sin ser respondida, entonces, y acaso haya que mirar lo que hizo Land of Kush con "Against the day", la novela de Thomas Pynchon, para empezar a pensarlo.

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