"Neu! ' 75", Neu!, 1975, Brain, United Artists


El último disco de estudio completado por Neu! (las sesiones para el posterior "Neu! 4", de 1995, y su versión definitiva "Neu! 86", de 2000, fueron interrumpidas por diferencias entre los músicos) ofrece notorias diferencias con su predecesor, "Neu! 2" (1973). Al parecer, ya para entonces las tensiones entre los dos miembros de la banda, Michael Rother (guitarras, sintetizadores, piano, voces) y Klaus Dinger (batería, guitarras, voces) eran tan importantes que la única manera de conformarlos a ambos fue dividir el disco en dos mitades: a Rother le correspondería el lado A -más ambient y plácido- y a Dinger el B, también atento a texturas y a paisajes sonoros pero rico en momentos de agresividad proto-punk y rock desprolijo y visceral.
Esto no quiere decir que el lado a cargo de Rother haya repetido el molde clásico de la banda, ya que incluso en canciones como la luminosa "Isi", acaso la más similar -en su ímpetu cinemático de "música de viaje", un poco a la manera de "Autobahn", de Kfraftwerk y construido sobre el implacable ritmo motorik de Dinger- a lo ofrecido en "Neu! 2", en especial a "Für Immer", su primera y más emblemática composición, es notoria la incorporación de sonoridades nuevas, capas de sintetizadores y el juego de texturas que establecen estas con los fraseos de piano. "Isi", en todo caso, es el momento más amable del disco, y uno de los más bellos también.
La contracara exacta de esta composición está al final del mismo lado, de manera que donde "Isi" sugiere optimismo o entusiasmo, en "Leb' Wohl", atravesada por el sonido de las olas rompiendo en la costa, creemos encontrar una vida exhausta o un tiempo al borde de detenerse. Los acordes mínimos de piano, una percusión somera y las remotas líneas de sintetizador sirven de escenario a una bellísima vocalización de Rother, que canta con el éxtasis de quien se sabe cerca de la muerte, sin importar de que lado de esta se encuentre.
En el medio queda "Seeland", en la que vuelven las guitarras al primer plano y la batería y la linea repetida por el bajo ofrecen el fondo perfecto para las frases líricas y distorsionadas de Rother.
El lado B, a cargo de Klaus Dinger, es inaugurado por "Hero", una composición notoriamente más acelerada y rockera, y es interesante como ese perfil más agresivo no destierra realmente el sonido del lado A del álbum sino que más bien lo desplaza hacia el fondo (sin borrarlo, es decir), como si obrara un mecanismo de añadido de capas ya no sólo de sonidos sino de estéticas diferenciadas. En buena parte de "Hero", entonces, pueden escucharse, bien atrás en la mezcla, las líneas de sintetizador que Rother había aportado a "Isi" y "Leb' Wohl": pero, por supuesto, al convivir con la guitarra más sucia y la vocalización rasposa de Dinger, quedan por completo resignificadas; o, mejor dicho, entre ambas opera un diálogo, una mutuación mutua.
El lado B tiene también su composición ante todo ambient, "E-musick", que inflige al plácido motorik que ya habíamos escuchado en "Isi" (y que acá es tocado por Thomas Dinger, el hermano de Klaus) un combo de flanger y distorsión que lo vuelven más industrial y siniestro. También reaparecen (como en "Seeland") los fraseos característicos de la guitarra de Rother, y por ello acaso podamos pensar en esta canción como la mejor combinación de ambos mundos: el sonido buscado por Rother y el sonido buscado por Dinger.
Cierra el disco "After Eight", que retoma "Hero" y la somete a una serie de variaciones, casi como si la banda (o Dinger) quisiera repetir el gesto del disco anterior, que -a falta de nuevas grabaciones- repetía variantes (manipulando el tempo y remezclando) del single "Super Neuschnee", lanzado por la banda en 1972.
"Neu! 75" es un disco que suena siempre fresco, siempre nuevo y siempre sorprendente, sin importar que tantas veces se lo haya escuchado. De muy pocos álbumes, en rigor, puede decirse algo así, y habría que pensar qué delicado equilibrio entre la monotonía (pensemos en el marcado pulso motorik de buena parte de sus composiciones) y las irrupciones, aparentemente al azar, de melodías diferentes y timbres nuevos, casi como si, efectivamente, estuviésemos recorriendo un paisaje rico y deslumbrante.

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