"Thursday afternoon", Brian Eno, 1985, E.G.
Si bien el encanto de "Music for airports" es ineludible y el álbum se vuelve extrañamente inagotable, y por tanto cuesta no pensarlo como el mejor de esa zona de la discografía, es acaso "Thursday afternoon" el punto más alto de la obra ambient de Eno o, al menos, de su subconjunto generativo -en oposición al ímpetu más expresionista de álbumes como "On land" o "The ship", su obra maestra tardía-. El sistema que lo genera es similar al de "Discreet music" y también al de "Music for airports", en tanto se trata de separar en distintos loops las capas sonoras de manera que el avance del tiempo opera en la línea de desincronizar o desfasear esos componentes de la textura, pero en la densidad de la atmósfera lograda parece operar una suerte de madurez o perfeccionamiento de la técnica. En cierto sentido, es decir, en "Music for airports" -y podría ser que justamente se deba a esto su encanto- la propuesta es simple: están ahí los clusters aislados de notas de piano, un par de acordes de sintetizador, algunas notas de bajo y poco más (dejando de lado técnicas de ecualización y reverberación, por supuesto), de manera que la combinatoria de elementos a la que arroja el desfaseo progresivo (al que la longitud de los loops vuelve interminable: quién sabe cuántos años debería haber sonado el sistema para repetir un estado) es relativamente discreta, mínima. No sucede lo mismo en "Thursday afternoon", o acaso en su un poco más amplio vocabulario de timbres -sutilmente diferentes, casi nunca demasiado contrastantes- se abre una combinatoria que se siente más rica. A la vez, es inevitable sentir el ímpetu melódico de "Music for airports", sobre todo en los tracks que abren cada lado (el primero especialmente), mientras que en "Thursday afternoon" las melodías parecen cristalizar -si es que lo hacen- mucho más a largo plazo, a lo largo de la hora y pico que dura la versión editada para CD (originalmente la pieza duraba 80 minutos y acompañaba una serie de "video paintings"). En ese sentido, es decir, "Thursday afternoon" cambia aún menos que "Music for airports": construye una sensación de estatismo mucho más marcada, mucho más enfocada a lo atmosférico, a lo más abiertamente "ambient", si se quiere, y logra -desde una estricta puesta a punto generativa- sonar como si fuera una obra expresiva, en la que cada color tímbrico y cada nota están elegidos deliberadamente. Quizá por ese lado va lo que señalaba sobre la "madurez" de la fórmula: el sistema funciona solo y genera el álbum, pero la elección de su "tasa de cambio", por llamarla de alguna manera, o la construcción específica de los elementos que loopean, parece más afinada, más sutil y certera a la hora de construir precisamente una atmósfera que cambia de una manera tensa y prolongada.
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