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Mostrando entradas de noviembre, 2017

"The league of gentlemen", Robert Fripp, 1981, EG Records

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Es inevitable pensar que ahora el principal interés de "The league of gentlemen", el álbum de 1981 de Robert Fripp, interesa ante todo por su relación con la discografía de King Crimson: una suerte de preludio de lo que vendría en 1983, hasta el punto que en el espacio de salida del lado B puede leerse "the next step is discipline" ("el paso siguiente es Discipline" -o "disciplina", claro), nombre que, dicho sea de paso, fue pensado primero para la banda que formaría Fripp con Belew, Bruford y Levin. De hecho, los responsables de "The league of gentleman" quedan agrupados bajo precisamente ese nombre; cuando Discipline, entonces, pasó a ser King Crimson (se cuenta que Fripp manejaba su auto escuchando las cintas de los últimos ensayos y sintió que el rey carmesí estaba allí, entre ellos), el nombre del grupo pasó a ser el nombre del álbum. Pero estos son detalles anecdóticos; lo que me interesa ahora es pensar en "The league of

"Once more 'round the sun", Mastodon, 2014

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"The hunter" y "Once more 'round the sun" escuchados uno a continuación del otro no sólo dejan claro que se trata de dos álbumes donde Mastodon reafirma todo lo que sabe hacer y sale en busca de más sino que, curiosamente, tratándose de discos de los que la banda señaló claramente que no son conceptuales (a diferencia de "Leviathan", "Blood mountain", "Crack the skye" y "Emperor of sand"), suenan de todas formas como si lo fueran. Es decir (retrocedamos un poco antes de avanzar), si todo álbum requiere una suerte de cohesión y el álbum conceptual es la expresión máxima de ella, los discos no conceptuales de Mastodon no logran evitar inclinarse hacia el lado de esa digamos "conceptualidad". Porque suenan cohesivos, narrativos y episódicos incluso si se proponen no serlo. "Once more 'round the sun" se siente, canción tras canción, como un proceso, un recorrido. Empieza con la raíz thrashmetalera de

"Sisters", Brian Eno, 2017, Generative music

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En la medida en que dos discos ambient generativos pueden ser "diferentes", "Sisters" es muy diferente a "Reflection", si bien -cuenta Eno- el algoritmo que los generó es más o menos el mismo. ¿De qué va la diferencia, entonces? La pregunta nos lleva irremediablemente a otra: ¿qué hace que una pieza musical sea diferente de otra? La respuesta es engañosamente fácil: las melodías (¿cuántas melodías posibles hay, por otro lado?), el juego armónico, el tempo, los timbres, las letras si las hay, los juegos conceptuales, la imagen de los músicos. Parece una perogrullada, sin duda, pero si no tenemos melodía (o la tenemos pero a modo de figuras entrevistas en nubes o en manchas de humedad, como si operara una suerte de pareidolia sonora) y si la armonía es más o menos accidental o azarosa, y si con ambas cosas parece no decirse nada en particular -en el sentido de que en el paradigma expresivo el artista "expresa" o "dice" algo que de algun

"The serious moonlight rehearsals", David Bowie, 1990, Gotham records

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Parece dificil imaginar que Stevie Ray Vaughn pudiera haber tocado realmente a gusto en la gira Serious Moonlight Tour, de David Bowie. Se puede pensar, por ejemplo, que sus sensibilidades diferían considerablemente y que, entre todas las oportunidades en que SRV y Bowie pudieron producir música juntos, esta era la menos adecuada. ¿O no? Al final SRV abandonó la gira por problemas inducidos por su manager (las biografías insisten en la tristísima imagen de Stevie abatido sentado en la carretera rodeado por sus valijas mientras los músicos ensayan en el fondo), quien exigió más dinero e instaló un conjunto de intrigas infundadas, pero también es cierto que SRV estaba incómodo con el vestuario fantasioso y las coreografías. Eso, qué duda cabe, no tenía nada que ver con su blues pensado desde la honestidad y las raíces; pero también es cierto que la cosa retro/americana del álbum de Bowie de 1983 no era tan divergente con respecto a las opciones estéticas del guitarrista virtuoso. Qued

"Cold dark place", Mastodon, 2017, Reprise

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Cabe pensar al reciente EP de Mastodon ("Cold dark place") como una muestra -condensada en cuatro canciones- de la versatilidad de la banda; tanto que incluso no es fácil oirlo como un disco de metal o un disco exclusivamente de metal, ni siquiera en la manera en que los álbumes de Mastodon desde "Leviathan" en adelante se han propuesto como metal con aditivos, por decirlo de alguna manera, pero siempre básica, quintaesencialmente metal. Que los de Atlanta sean la mejor banda del género en la actualidad es dificil de dudar; que lo sean por su ímpetu pop (cuasi Beatle en su juego de melodías y voces) y su versatilidad sonora y genérica lo hace más interesante aún, como si efectivamente fueran la primera banda de metal -en muchos años: desde los noventas, diría- capaz de romper las barreras de su género y lograr esa excelencia múltiple que hace a Sabbath o a Zeppelin. En este contexto, insisto, las cuatro pistas de "Cold dark place" funcionan a las mil ma

"Heaven upside down", Marilyn Manson, 2017, Loma Vista/Caroline

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Habría que pensar si allá por 1997 los esfuerzos por shockear que tan bien le rindieran a Marilyn Manson podían compararse con un futuro real, es decir este presente donde Donald Trump y tantos asesinatos de masas (por mencionar solo la punta del iceberg) asustan mucho más que cualquiera de las imágenes y sonidos que convocaba "Antichrist Superstar"; es decir, quizá tenga algo de sentido para Marilyn Manson volver a esa época y cargar el sentido de sus letras no tanto en la parafernalia gótica como en una observación política más literal, como si con toda aquella cosa de gusanos, metamorfosis y máquinas que destruyen el mundo se pudiera hoy, y con la mera repetición, significar algo mucho más urgente y real. En fin: salimos a cambiar al mundo y el mundo nos cambio a nosotros, Brian, lo cual no tendría nada de malo si no fuera por cómo está el mundo. Y esa nostalgia glam/dandy/decadente, que tan bien funcionara en "Velvet Goldmine" (es, en rigor, lo único que func

"Live at the BBC Radio Theatre 27 June 2000", David Bowie, 2000, EMI/Virgin

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Es curioso que el mejor disco en vivo de David Bowie -o al menos el que indudablemente suena mejor- no vio en realidad una publicación independiente o, si la vio, fue muy limitada. En su momento, "Live at the BBC Radio Theatre 27 june 2000" apareció como un disco bonus al compilado de sesiones radiales "Bowie at the Beeb" (2000); si bien por ahí apareció como disco separado (en una edición limitada del sitio web DavidBowie.com, que entonces se llamaba Bowienet), la discografía oficial no lo recoge como una entrada en sí misma, lo cual, insisto, es una pena, porque no sólo las versiones son maravillosas -todas ellas, una por una, superan a las de "A Reality tour", aunque este disco doble, naturalmente, gana no pocos puntos por su extensión y variedad- sino que, como ya dije, el sonido es precioso en sí mismo, pese a la curiosa decisión de fadear los aplausos entre las canciones. Bowie venía de la gira promocional de "Hours..." (agosto-diciembr

"The broadsword and the beast", Jethro Tull, 1982, Chrysalis

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Se cuenta por ahí que Ian Anderson había previsto que el que sería el álbum de 1980 de Jethro Tull apareciera en realidad como su primero solista; quizá por eso acusa ciertas diferencias importantes con el sonido más inmediatamente asociado a la banda, en particular en cuanto al uso de secuencias y sintetizadores. Es decir: Anderson sabía que "eso" sonaba no tanto a Jethro Tull como a un posible proyecto personal, independiente de la identidad estético-musical de su banda. Pero las cosas no fueron tan simples y "A" entró en la discografía de Jethro Tull. ¿Cuál pudo ser el paso siguiente? Incorporar todo lo que había experimentado ese álbum al sonido más "estándar" de la banda, y el resultado es el último clásico indudable de Jethro Tull. No quiero decir que no sigan buenos discos ("Crest of a Knave", "Roots to branches") sino porque pasado el declive de "Under wraps" la banda emergió cambiada y algo pareció perderse, quizá

"Crack the skye", Mastodon, 2009, Reprise

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En cierto modo el cuarto álbum de Mastodon da todo lo que debería dar el rock/metal progresivo: complejidad, poder, fuerza y esos conceptos narrativos dementes, ingenuos y maravillosos que no sobrevirían en otro medio ("2112" es un buen ejemplo, "Machina/The machines of god" otro); lo interesante es que lo hace con niveles de excelencia asombrosos. E s indispensable escuchar el disco con auriculares, para formarse una idea más clara de los detalles a nivel textural. En ese sentido, es decir, el álbum es de una riqueza impresionante. Y, después, todo él es capaz de ofrecerse como claramente desmedido y, a la vez, de dar siempre en el blanco. Las canciones se superponen en la memoria, pero no importa, porque todas han de ser partes de una composición más vasta; en el caso de la impresionante "The czar", las secciones -desde la climática y tensa introducción hasta - tienen sus propios títulos, y todas ellas suenan tan cohesivas, homogéneas y a la vez intrin

"Vs.", Pearl Jam, 1993, Epic

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En un universo más coherente, "Vs" sería el primer disco de Pearl Jam. No porque desprecie -ni mucho menos- el que inaugura su discografía en nuestra realidad, pero me parece interesante pensarlos de alguna manera como dos propuestas tan diferentes en cuanto a sus notas básicas que podrían o bien ser de dos bandas distintas o bien proponer a Pearl Jam como una en tidad arrojada a una reinvención radical disco tras disco. Cosa que, notoriamente, el desarrollo de lo presente en "Vs." que hace "Vitalogy" -y su mutación con "No code" y su reafirmación pop con "Yield"- viene a desmentir: a partir de "Vs." -más crudo, más arduo que su predecesor, pero más acertado casi en todas partes también-, entonces, Pearl Jam se embarca en una línea, en un progreso, y lo que entendemos ahora por Pearl Jam es esa línea, esa evolución. Queda "Ten" como una suerte de prólogo y, por supuesto, su ingreso a la fama, pero aparte de un conj

"Use your illusion II", Guns N' Roses, 1991, Geffen

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Haber dado la primera puñalada definitiva al glam metal y al hard rock ochentoso singificó, para Guns n'Roses, entender que el golpe también, de alguna manera, los afectaba a ellos mismos. ¿Qué dirección tomar, entonces? Leer ambos "Use your illusion" (tratémoslos momentáneamente como dos álbumes separados, si bien integran de manera eviden te un proyecto más amplio) en esta línea de experimentación y movimiento para la banda, me parece, rinde sus frutos. Para empezar, hay una diferencia de escala: con casi 76 minutos cada uno, las dos partes de "Use your illusion" hablan ante todo de una desmesura, de una expansión que de alguna manera terminó por desgarrar el tejido de la banda, como la proverbial flatulencia mayor que el esfinter. ¿Pero de qué otra cosa se trata? Era la movida exacta, el paso necesario a seguir. Sin abandonar el núcleo hardockero de "Appetite for destruction" -que en "Use your illusion 2" late en "Shotgun blues"

"Serious Moonlight", David Bowie, 1984, EMI

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Vale la pena escuchar con cierta atención la banda sonora de "Serious moonlight", el video/documental de 1984 de David Bowie, que recoge la actuación del 12 de septiembre de 1983 en Vancouver, con la gira "Serious moonlight", que promocionaba el disco "Let's dance". Y no son pocas las cosas que saltan a la vista. Primero, que es relativamente escasa la presencia del álbum promocionado: si bien el concierto también incluyó el hit "Modern love", debido a problemas de extensión debió ser retirada para el video, con lo cual quedaron apenas "Let's dance", "China girl" y la remake de "Cat people" entre las piezas del album de 1983. Y eso es raro, porque el setlist final conserva piezas relativamente oscuras ("White light/White heat", "Cracked actor", "Sorrow") o canciones tomadas de álbumes situados en las antípodas musicales, estéticas y conceptuales de "Let's dance" y

"The man-machine", Kraftwerk, 1978, Kling Klang/EMI/Capitol

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Si "Computer world" trata a la electrónica como un género en sí misma y "Trans-Europe Express" y -especialmente- "Radioactivity" la pensaban y proponían en función de un contexto experimental más amplio, le toca a "The man-machine" el lugar de trabajo de transición; y al funcionar de esa manera se permite reclamar para sí el título de obra maestra de sus autores, en tanto logra fundir el impulso más pop con el vanguardista y experimental de una manera tan brillante como lo haría, dos años más tarde, David Bowie en "Scary monsters". La fusión, de todas formas, no es exactamente pareja u homogénea. Así, dos de las piezas del álbum son notoriamente más pop que las otras y funcionan de manera espectacular en ese sentido. Me refiero, por supuesto, a "The robots" y -en especial- "The model", ambas una suerte de rock riffero de tempo algo enlentecido y presentado con el gesto minimalista de reducirlo todo a estrofas en la

"Exile on Main St", The Rolling Stones, 1972, Rolling Stones

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Quizá no sea dificil entender por qué las primeras reseñas del décimo álbum de los Stones hayan sido como mínimo cautelosas; ahora es sin duda la obra maestra de la banda, o una de sus dos (o cuatro) obras maestras, pero si bien no ofreció ningun alejamiento marcado de lo que se podía esperar de ellos, el sonido áspero, feo, estridente del álbum debió asombrar. La tradición de los discos dobles desmesurados, excedidos y de alguna manera anticanónicos (el ejemplo paradigmático sería el Blanco de los Beatles) es también más fácil de ver ahora (gracias en parte al mismo "Exile...") que entonces, y del mismo modo la carrera posterior de los Stones -menor en comparación con sus cuatro discos fundamentales: "Beggars banquet", "Let it bleed", "Sticky fingers" y "Exile on Main St"- también contribuye a valorar más el disco de 1972 o, mejor dicho, espesarle el aura de cosa desprolija, fea y absolutamente maravillosa. La combinación, por cierto

"Baal" (a.k.a. "David Bowie in Bertolt Brecht's Baal"), David Bowie, 1982, RCA

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Entre 1980 -la salida de "Scary monsters"- y 1983 -la de "Let's dance"- pasan tres años de especial interés en la carrera de David Bowie. La ausencia de álbumes es insólita: desde 1970 hasta 1977 no sólo había aparecido un álbum por año sino que en 1973 ("Aladdin Sane" y "Pin ups"), 1974 ("Diamond dogs" y "David live") y 1977 ("Low" y "Heroes") llegaron a salir dos, con 1978 como un descanso de labores de estudio marcado por la aparición de "Stage", hasta ese momento segundo disco en vivo. Luego fueron publicados "Lodger" en 1979 y el ya mencionado "Scary monsters" en 1980; pero ningún álbum apareció entre ese año y 1983, hecha la excepción no importante de varios compilados ("The best of bowie", de 1980, "Another face", de 1981", "Changestwobowie", de 1981, "Fashions", "Bowie rare" y "Superstar", de 1982

"A saucerful of secrets", Pink Floyd, 1968, EMI Columbia/Tower

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Si se prescinde del romanticismo más ingenuo y de la cosa vagamente conmovedora de la letra de su última canción, poco importa que "A saucerful of secrets" sea el último disco de Pink Floyd donde todavía colabora Syd Barret. Los fans de este último sin duda tienen muchas razones para conmoverse con "Jugband blues", pero una vez   que se prescinde de esa apelación a la letra lo que queda es un final interesante y un uso ingenioso de tres compases intercalados (2/4, 3/4 y 4/4): nada que pueda realmente compararse con lo mejor del álbum, que va desde la oscuridad cuasi-drone de "Set the controls for the heart of the sun", con su clima denso y ominoso, hasta la belleza de las cuatro partes (no declaradas como tales o con cuatro títulos en el álbum pero sí en su incorporación, en vivo, a "Ummagumma" o, al menos, a algunas ediciones de este disco) del title-track, sin duda una muestra fascinante de rock espacial y dark ambient, que toma la psicodeli

"Bringing it all back home", Bob Dylan, 1965, Columbia

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No es que los anteriores no tuvieran maravillas ni que sea dificil percibirlos como los álbumes magníficos por los que fueron tomados todos o casi todos en su momento, pero el siguiente nivel -el del genio, digamos- en la discografía de Dylan queda inaugurado por la primera de sus obras maestras indudables y quinto álbum en la lista. Y que la primera canción sea el cuasi-rap cuasi-garage rock furioso de "Subterraenan homesick blues", línea después retomada en "Maggie's farm" (fácilmente legible como el quiebre definitivo de Dylan con la escena folk de protesta y por tanto con la izquierda humanista ingenua de su época, esa que todavía hoy, entre sus transfusiones de formol, sigue tarareando en sueños "Blowing in the wind" o "Masters of war") sin duda convierte a "Bringint it all back home" en el equivalente dylaniano de una piña en la cara. Claro que el disco también contiene sutilezas, incluso en su lado eléctrico (el A; el B e

J.S. Bach, conciertos para clave, versión de Ensemble Orchestral de Paris (Jean-Pierre Wallez), 1981, EMI

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Si bien desde el punto de vista de un purista la única opción preferible es escuchar los conciertos para clave y orquesta de Bach en un instrumento históricamente correcto, es cierto que la sonoridad incorporada por el uso del piano puede aportar al disfrute de estas piezas. Es, inevitablemente, una relectura o reinterpretación de las composiciones en cuestión, pero dado que estas -me refiero específicamente a los conciertos para clave y orquesta- son en sí reinterpretaciones o reescrituras del propio Bach de otras obras de su autoría, el juego queda de alguna manera habilitado. No cabe duda que quienes prefieran confiar en la idea de estar escuchando a Bach como él mismo habría escuchado sus composiciones preferirán siempre el sonido del clave -y, por supuesto, también los otros instrumentos representados por reconstrucciones informadas históricamente-, que aporta esa fragil austeridad a estos conciertos, pero, a la vez, la resonancia del piano logra conmover casi siempre. Las vers

"White light/White heat", The Velvet Underground, 1968, Verve

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En pocos lugares la saturación y la distorsión logran alcanzar la belleza que se les impone desde el segundo álbum de The Velvet Underground. Y su momento clave es "Sister Ray", por supuesto, la pieza más larga grabada en el estudio por la banda y diecisiete minutos de una sola toma a dos guitarras (Lou Reed y Sterling Morrison), órgano (John Cale en un Voz Continental) y batería (Maureen Tucker). La textura es única: rugosa, áspera, gris, comprimida, estridente, y la pieza sigue y sigue y sigue. Hasta sus momentos de relativa quietud parecen operar como burbujas en un proceso químico, algo completamente no motivado, algo completamente natural, derivado en tanto música de las cualidades del sonido y no al revés. Es, qué duda cabe, un momento álgido del rock y de la música de la segunda mitad del siglo XX. El resto del álbum es casi tan terrible y tan maravilloso, y termina por ser el más arduo y experimental de la banda, no por ello el menos disfrutable. Con la excepción d

"Time out", The Dave Brubeck Quartet, 1959, Columbia

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Si hay un álbum que suena arquetípicamente a jazz, y en particular a quienes no frecuentan el jazz o no manejan esa especie de enfoque enciclopédico/erudito que hace al uso consagrado del jazz y sus relatos, ese álbum es "kind of blue", de Miles Davis. Curiosamente, en más de un sentido sus opciones musicales son de alguna manera simples, o al menos lo son desde el punto de vista composicional, ya que sobre sus pautas modales fijadas de antemano quedó liberada la expresión individual de cada uno de sus músicos (y ahí está Coltrane maravillosamente downplaying sus habilidades) a la consabida improvisación del género; pero más allá de esto quizá el gran acierto de "Kind of blue" es trascender el sistema expresivo/musical de su género y funcionar también -y decisivamente- en un contexto conceptual/ambient, que quizá es lo que termina por generar ese lugar especial de distinción del que el disco sigue disfrutando. Después, en la nómina de clásicos inmediatos o casi

"Thirteenth step", A perfect circle, 2003, Virgin

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La muerte de la novela, la muerte del rock, el agotamiento de la ciencia ficción. Nadie con dos dedos de frente puede aceptar estas formas sin matices, y en el caso del rock sin duda podría pensarse que mientras los subgéneros (incluso en esa suerte de megacompartimentación que opera en el metal desde por lo menos los 90s) gozan de buena salud, es el rock "mainstream" o el "general" el que parece incapaz de producir una banda paradigmática. Pero esto también es discutible: en 2003 esa banda -y esa vida del rock- parecía ser A perfect circle. Qué pasó después no lo sé (salvo que, para esta segunda mitad de la segunda década del siglo XXI, habría que hablar ante todo de Mastodon), y de hecho la banda de Billy Howerdel y Maynard James Keenan no grabó otro álbum de estudio propiamente dicho (prefiero pensar en "Emotive" como una colección de covers más bien), y se limitó a publicar un compilado y -hace un par de semanas- un nuevo single, que podrá remitir