"Fireball", Deep Purple, 1971, Harvest/Warner Bros
Sin duda es en "Machine head" (1972) donde Deep Purple da de manera más certera en el blanco, con un álbum tenso y homogéneo que más que explorar las posibilidades del lenguaje hardrockero de la banda ofrece, bajo la especie de una suerte de lección bien aprendida, el mayor esplendor que cabe derivar de esas posibilidades. Es, es decir, un disco en el que la ejecución es tan brillante que su relativo conservadurismo de jugada segura no importa para nada; así, el momento -acaso menos logrado en términos de artesanado- más arriesgado o experimental de la formación clásica de Deep Purple es el del disco inmediatamente anterior, "Fireball". Está claro que todas sus piezas funcionan bien en sí mismas, pero hay a la vez quizá una sensación algo borrosa en cuanto a la manera en que se articulan en un álbum, en particular si lo que se espera de un álbum es eso que "Machine head" ofrece tan bien; sin embargo, en su heterogeneidad o incluso su imperfección "