"Blood mountain", Mastodon, 2006, Warner Bros/Reprise
Es curioso que el álbum de estudio más claramente transicional en la discografía de Mastodon -es decir el tercero, en tanto empieza a ser más notoria la transición hacia un enfoque más melódico de las voces y una nueva sensibilidad pop/rock que termina por atraer hacia sí tantas variantes del metal que, para el final del proceso, hacia "The hunter" o "Crack the skye", Mastodon logra ensamblar pieza tras pieza una enciclopedia del metal- sea también el que incluye los momentos más pesados; no necesariamente desde un punto de vista digamos "musical" -eso habría que rastrearlo a "Leviathan" o a las primeras etapas de la banda- sino más bien sonoro: un sonido tenso, denso, profundo, compacto, que asalta al oyente como un ladrillo en la cara. En ese sentido, "Blood mountain" marca un punto aún más claro de inflexión en el proceso creativo de Mastodon: el sonido empieza a ganar terreno como un elemento capaz de fascinar y emocionar, como sucede en la maravillosa "Sleeping giant", acaso el cenit del álbum junto a los tres tracks del final. Este gesto, que puede asimilarse a una reinvención del lenguaje del metal progresivo -o un metal progresivo posible- y que se apoya ante todo en la riqueza de timbres y texturas, encuentra momentos deslumbrantes en la casi crimsoniana "Bladecatcher", en "Hunters of the sky" y, especialmente, en "This mortal soil" y "Pendulous skin", cuidadosa(casi metamusical)mente dispuestos al final del álbum, pero también con momentos de particular brillo en "Siberian divide" (hacia los cuatro minutos aprox). Podría argumentarse que "Blood mountain" es un logro diferente a "Leviathan", entonces: donde el último ofreció un sonido y una ejecución musical aplastante y contundente, propio de su tema y del nombre de la banda, "Blood mountain" se permite, sin apartarse de esa matriz thrashmetalera con toques de doom y un buen lado épico ("The wolf is loose", "Crystal skull"), ofrecer un equilibrio tan delicado como fascinante entre la agresión sonora y la sofisticación. Esa sería, sin duda, la línea que la banda exploraría: en "The hunter" emergería el lado todavía más pop, que sería vuelto a mezclar con la variedad tímbrica de corte progresivo en "Cold dark place": y este EP quizá marque un siguiente punto de inflexión, de modo que la discografía de Mastodon podría pensarse como un proceso de diversificación sonora y musical iniciado en "Blood Mountain" y luego reformateado -ya definitivamente más allá del metal basal- en su último EP hasta la fecha.
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