"Binaural", Pearl Jam, 2000, Epic
Si creyera que los artistas deben ofrecer una quintaesencia de su obra y después retirarse ante la imposibilidad de superarla (cosa que no creo: soy fan de Dylan), si tuviera un sistema de valoraciones clásico que apostara por la excelencia desde un conjunto de normas o pautas a la vista, encontraría dificil argumentar en contra de la idea de que Pearl Jam no debió grabar más álbumes (o publicarlos) después de "Binaural" o, mejor dicho, que la banda llegó a su cima y por tanto a su punto terminal con las canciones que ocupan el quinto y séptimo lugar de su sexto álbum; dicho de otra manera, en "Nothing as it seems" e "Insignifance", todos los criterios que establecen la belleza de alguna canción de Pearl Jam, y la escala por la que algunas pueden superar a otras, alcanzan su máximo y su centro. Es, entonces, la destilación más perfecta -hasta la fecha al menos- del sonido de la banda.
La primera de las nombradas es asombrosamente oscura, pero logra el aparente milagro -lo que la vuelve inmensa- de establecerse a sí misma de inmediato como un momento estremecedor y a todas luces sobresaliente para, de pronto, en el puente, superarse a sí misma, casi como si pudieramos sentir su sonido adentrándose en una oscuridad no cartografíada por sus creadores. "Insignificance", por otro lado, retoma la línea más cruda de "Vs." y "Vitalogy" y la ofrece, por decirlo así, perfeccionada.
Pearl Jam había propuesto esos dos álbumes recien mencionados como parte de su avance hacia la madurez compositiva, pero después había tensado su propio molde al máximo con "No code", para ensayar después una exposición (amigable con el usuario y leal al fan, digamos) de lo más pop de aquello que cabía considerar su conjunto de rasgos estilísticos o idiosincráticos. En ese sentido, "Yield" es el disco de factura conservadora que compensó el riesgo de "No code", pero en ese esquema queda propuesto el lugar de "Binaural" como la síntesis de ambas propuestas; quizá no sea un disco tan arriesgado en relación a lo precedente como "No code", pero justamente Pearl Jam había cambiado después de ese álbum y del siguiente, de modo que ante la expansión de posibilidades de la banda el riesgo de alguna manera se traduce en una apuesta por ese destilado o quintaesencia del que hablaba recién.
El sonido del álbum, además, es quizá el más cuidado de la discografía, incluso dejando de lado el artificio del sonido binaural; hay, es decir, una atención al ambiente y a las texturas que continua lo mejor de "No code" y parece puesto al servicio de la intensidad emocional de "Vitalogy"; pensado esto como una receta, es natural pensar a "Binaural" como la cima de la discografía de la banda, y que discos posteriores -todos valiosos, ninguno tan bueno- intentaron reiterarla o violentarla sin mayor éxito. O, al menos, un éxito medido por esa escala de valores clásica. Desde otros puntos de vista la cosa es, sin duda, un poco más compleja.
De hecho, "Binaural" no tiene un comienzo tan alentador como otros álbumes de la banda; "Breakerfall" y "God's dice" parecen sugerir una dirección que después el disco no toma y terminan por pasar por los numeritos frenéticos de rigor en un trabajo de Pearl Jam, valiosos en ese sentido apenas; mejora un poco "Evacuation", aunque sigue la línea de los anteriores, pero ya para "Light years" es fácil sentirse instalado en un territorio nuevo, del que lo que sigue será lo mejor. "Thin air" acaso sea un momento un poco más ligero entre las dos cimas del álbum, pero nada tiene que envidiarle a sus predecesoras "Off the girl", con su clima tenso y su bella textura de guitarras acústicas y eléctricas con distorsión sucia y reverb. Quizá con "Grievance" decae un poco el nivel, o nos acercamos a la línea de las primeras canciones del disco, pero "Rival" nos reinstala en el lado más decadente y borracho de la banda, preparándonos para "Sleight of hand" -otro momento asombroso e irrepetible, a la altura de "Nothing as it seems". El disco, después, queda rematado por la deliciosa "Soon forget" y la climática "Parting ways".
Quizá la distancia entre lo mejor y lo menos interesante del álbum sea un poco más acusada que lo que cabría esperar de un álbum que podamos pensar como una obra maestra, pero es indudable que los momentos más altos de "Binaural" no sólo son en efecto altísimos sino que están también entre lo mejor de la banda, si es que no son de hecho lo mejor de la banda. Pero más allá de valoraciones posibles y las maneras de argumentarlas, "Binaural" es un álbum inolvidable, con tres canciones que deben contarse entre lo mejor de su década y de algunas otras también. Quizá haya que esperar a "Sirens", de su último álbum hasta la fecha, "Lightning bolt", para reencontrarnos con esa inmediatez, esa emotividad y esa belleza.
La primera de las nombradas es asombrosamente oscura, pero logra el aparente milagro -lo que la vuelve inmensa- de establecerse a sí misma de inmediato como un momento estremecedor y a todas luces sobresaliente para, de pronto, en el puente, superarse a sí misma, casi como si pudieramos sentir su sonido adentrándose en una oscuridad no cartografíada por sus creadores. "Insignificance", por otro lado, retoma la línea más cruda de "Vs." y "Vitalogy" y la ofrece, por decirlo así, perfeccionada.
Pearl Jam había propuesto esos dos álbumes recien mencionados como parte de su avance hacia la madurez compositiva, pero después había tensado su propio molde al máximo con "No code", para ensayar después una exposición (amigable con el usuario y leal al fan, digamos) de lo más pop de aquello que cabía considerar su conjunto de rasgos estilísticos o idiosincráticos. En ese sentido, "Yield" es el disco de factura conservadora que compensó el riesgo de "No code", pero en ese esquema queda propuesto el lugar de "Binaural" como la síntesis de ambas propuestas; quizá no sea un disco tan arriesgado en relación a lo precedente como "No code", pero justamente Pearl Jam había cambiado después de ese álbum y del siguiente, de modo que ante la expansión de posibilidades de la banda el riesgo de alguna manera se traduce en una apuesta por ese destilado o quintaesencia del que hablaba recién.
El sonido del álbum, además, es quizá el más cuidado de la discografía, incluso dejando de lado el artificio del sonido binaural; hay, es decir, una atención al ambiente y a las texturas que continua lo mejor de "No code" y parece puesto al servicio de la intensidad emocional de "Vitalogy"; pensado esto como una receta, es natural pensar a "Binaural" como la cima de la discografía de la banda, y que discos posteriores -todos valiosos, ninguno tan bueno- intentaron reiterarla o violentarla sin mayor éxito. O, al menos, un éxito medido por esa escala de valores clásica. Desde otros puntos de vista la cosa es, sin duda, un poco más compleja.
De hecho, "Binaural" no tiene un comienzo tan alentador como otros álbumes de la banda; "Breakerfall" y "God's dice" parecen sugerir una dirección que después el disco no toma y terminan por pasar por los numeritos frenéticos de rigor en un trabajo de Pearl Jam, valiosos en ese sentido apenas; mejora un poco "Evacuation", aunque sigue la línea de los anteriores, pero ya para "Light years" es fácil sentirse instalado en un territorio nuevo, del que lo que sigue será lo mejor. "Thin air" acaso sea un momento un poco más ligero entre las dos cimas del álbum, pero nada tiene que envidiarle a sus predecesoras "Off the girl", con su clima tenso y su bella textura de guitarras acústicas y eléctricas con distorsión sucia y reverb. Quizá con "Grievance" decae un poco el nivel, o nos acercamos a la línea de las primeras canciones del disco, pero "Rival" nos reinstala en el lado más decadente y borracho de la banda, preparándonos para "Sleight of hand" -otro momento asombroso e irrepetible, a la altura de "Nothing as it seems". El disco, después, queda rematado por la deliciosa "Soon forget" y la climática "Parting ways".
Quizá la distancia entre lo mejor y lo menos interesante del álbum sea un poco más acusada que lo que cabría esperar de un álbum que podamos pensar como una obra maestra, pero es indudable que los momentos más altos de "Binaural" no sólo son en efecto altísimos sino que están también entre lo mejor de la banda, si es que no son de hecho lo mejor de la banda. Pero más allá de valoraciones posibles y las maneras de argumentarlas, "Binaural" es un álbum inolvidable, con tres canciones que deben contarse entre lo mejor de su década y de algunas otras también. Quizá haya que esperar a "Sirens", de su último álbum hasta la fecha, "Lightning bolt", para reencontrarnos con esa inmediatez, esa emotividad y esa belleza.
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