"Sabotage", Black Sabbath, 1975, Vertigo/Warner Bros
Quizá sea porque para 1975 todavía no estaban definidos el contorno o los límites del género que 6 de las canciones (las que valen la pena) del sexto álbum de Black Sabbath estaban ya tensando y extendiendo que "Sabotage" es el más dificil de los que integran esa racha impecable y, digamos, sagrada de álbumes en la etapa más clásica de la banda; es decir, si Sabbath inventó el metal entre "Paranoid" y "Master of reality", entre "Sabbath Bloody Sabbath" y "Sabotage" lo llevó todavía más allá de sí. Entonces por ahí acaso pueda explicarse que obras monumentales como "Hole in the sky" y "Symptom of the universe", como "The thrill of it all" y "Megalomania" no reciban el mismo tipo de veneración metalera que otras piezas a las que nada tienen que envidiar y que sí han pasado al estatuto de clásicos del género, "Children of the grave", "War pigs" y otras tantas. Y es curioso que todo que "Master of reality", canción por canción y en conjunto, hace por el doom metal (inventarlo y presentarse como uno de sus momentos más hermosos) también se las arregla para hacer "Symptom of the universe" por el thrash metal.
Pero centrar en eso las vías de admiración por el sexto de Black Sabbath es quedarse con poco. Es, qué duda cabe, el más variado de todos los discos de esa etapa clásica de la banda en cuanto a texturas, y bien podría ser el comienzo del metal progresivo si se tienen en cuenta momentos tan memorables como el cambio más drástico de la ya mencionada "Symptom...", cuando después de un extrañísimo break (4:24) los power chords con distorsión y el solo de Iommi dejan paso a una trabazón de acústicas luminosas sobre las que Ozzy sigue cantando como cantaba arriba de las otras (y en ese contraste, no en las acústicas en sí, es que está la verdadera maravilla de la parte vocal de esta sección, que después sigue como una suerte de jam). O el comienzo dramático de "Megalomania", la asombrosa performance vocal de Ozzy (que encuentra en este disco el máximo de sus poderes), la entrada de las guitarras con distorsión (mejor "distorsiones", porque "Sabotage" es un ejemplo de una textura de guitarras armada con diversos sonidos de distorsión sonando simultáneamente, con cualidades diferentes de reverberación) y los coros que se suman a Ozzy en la sección que hace las veces de estribillo (aunque en "Sabotage" hay pocas estructuras con sabidas, y eso también lo hace de alguna manera lo más prog de Black Sabbath). Después, "The thrill of it all" es puro goce metalero, pero apenas prepara al oyente para la rareza de "Supertzar", donde el peso de los riffs es duplicado por un coro real (en oposición a uno armado con sintetizadores, es decir). La textura, una vez más, es extrañísima, y la canción se permite además intercalar momentos de guitarras acústicas con otros tantos de eléctricas distorsionadas. Y cuando entra la batería, con un pulso militar, todo se vuelve más extraño aún.
Ahí ya quizá se estaba por fuera del metal, pero la impresión que da el álbum a ese momento específico es que se atravesó al genero, se lo fundó, se lo desarrolló y se lo dejó atrás, todo en tres o cuatro álbumes y en una historia que de alguna manera "Sabotage" (que comienza con la potencia pura blacksabbathera de "Hole in the sky") se las arregla para contar. Y, de hecho, el disco termina por fuera de ese metal y por fuera de esa historia, con una canción que perfectamente podría ser de otra banda. ¿Cabe decir entonces que "Am I going insane (radio)" sobra en "Sabotage"? Quizá sí, o seguramente sí, pero también cabe leerla como la prueba de que, para 1975, no había nada más que decir: las posibilidades implícitas en Sabbath habían sido tensadas al máximo, y continuar era imposible. De esa manera, una canción tan boba como esta adquiere un significado especial, y aporta al de las maravilas que la preceden.
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