"Ricochet", Tangerine Dream, 1975, Virgin.
De alguna manera "Ricochet" se las arregla para representar todo lo que
Tangerine Dream tenía para ofrecer a mediados de la década de 1970 y,
misteriosamente, más. O, dicho de otro modo, es como si este álbum
señalara una serie de direcciones que la banda podía tomar o pudo haber
tomado y finalmente no tomó o tomó mínimamente. Se trata del séptimo
título en la discografía, precedido por
el magnífico "Rubycon" (1975), y, también, es el primer disco en vivo de
la banda, compuesto con una serie de conciertos en Francia e Inglaterra
entre septiembre y octubre de 1975, más algunos añadidos de estudio.
Se trata, a una primera audición, de una exploración del sonido de la llamada "escuela de Berlín" de música electrónica, de la que Tangerine Dream podría considerarse la banda fundadora (o, al menos, una pionera), pero el uso de guitarras (reales y sintetizadas) y la predominancia de un riff especialmente insistente y amenazante (declarado tempranamente en la primera parte pero retomado en varias ocaciones), que entra y sale del paisaje sonoro creado por los sintetizadores y los secuenciadores, logra aportar -junto a la inmediatez de la percusión- una cierta urgencia y dinamismo en principio ausente de trabajos anteriores como el bellísimo "Phaedra" (1974); o, dicho de otro modo, "Ricochet" es electrónica ambient con un borde muy rock.
Eso es especialmente notorio en la primera parte, equivalente a la cara A del vinilo original. La segunda explora una sensibilidad un poco diferente, que va desde el ambient de pulsos secuenciados tan característico de la banda a momentos de verdadero dark ambient, que parecen acercarse al trabajo seminal de Kluster y a algunos de los momentos más oscuros de Cluster y Eno. En cualquier caso, el Tangerine Dream de este disco está cerca de su cenit, y si bien nunca volvería a sonar exactamente así en la década de 1980 ahondaría en los polirritmos que parecen configurarse mágicamente en algunos momentos específicos de su séptimo álbum. Es, por cierto, un disco ineludible para todos los interesados en la historia y la prehistoria de la música electrónica y el ambient.
Se trata, a una primera audición, de una exploración del sonido de la llamada "escuela de Berlín" de música electrónica, de la que Tangerine Dream podría considerarse la banda fundadora (o, al menos, una pionera), pero el uso de guitarras (reales y sintetizadas) y la predominancia de un riff especialmente insistente y amenazante (declarado tempranamente en la primera parte pero retomado en varias ocaciones), que entra y sale del paisaje sonoro creado por los sintetizadores y los secuenciadores, logra aportar -junto a la inmediatez de la percusión- una cierta urgencia y dinamismo en principio ausente de trabajos anteriores como el bellísimo "Phaedra" (1974); o, dicho de otro modo, "Ricochet" es electrónica ambient con un borde muy rock.
Eso es especialmente notorio en la primera parte, equivalente a la cara A del vinilo original. La segunda explora una sensibilidad un poco diferente, que va desde el ambient de pulsos secuenciados tan característico de la banda a momentos de verdadero dark ambient, que parecen acercarse al trabajo seminal de Kluster y a algunos de los momentos más oscuros de Cluster y Eno. En cualquier caso, el Tangerine Dream de este disco está cerca de su cenit, y si bien nunca volvería a sonar exactamente así en la década de 1980 ahondaría en los polirritmos que parecen configurarse mágicamente en algunos momentos específicos de su séptimo álbum. Es, por cierto, un disco ineludible para todos los interesados en la historia y la prehistoria de la música electrónica y el ambient.
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