"94diskont", Oval, 1995, Mille Plateaux


El ruido de superficie, el siseo de fondo desde la cinta y los saltos mecánicos de la púa sobre los surcos del vinilo, por nombrar apenas tres desperfectos sonoros, son signos de la en principio indeseada materialidad y fragilidad de sus respectivos formatos, pero también han sido incorporados a la música como textura y como significante sonoro desde una fecha tan temprana como la de "Wish you were here", que en su title track incluía la célebre introducción con el riff "filtrado" por el sonido casi arruinado de un viejo tocadiscos (así como también la sensación casi física del cambio de estaciones en una radio). De hecho, hay quien asocia estos desperfectos a una cualidad cálida o incluso "humana" de los medios de reproducción y grabación analógicos; "la vida tiene ruido de fondo", dijo alguien por ahí.
Pero la música grabada y almacenada digitalmente y en medios físicos encuentra también el mismo recurso significante y expresivo en el cuarto álbum de Oval, ensamblado a partir de glitches o errores en la reproducción de sonidos grabados en CDs.
El método está claro desde el principio: se trata de música electrónica/ambient preparada con loops en los que -a la manera de "The disintegration loops"- va notándose un proceso (no creciente o acumulativo en este caso) de desgaste. El ruido, entonces, lo indeseado, aparece como el principal protagonista o el elemento clave en el concepto del álbum.
Los errores, además, no son dejados al azar -y por tanto sujetos a lo que cabría llamar la estadística del formato- sino que son incluso buscados, producidos: las superficies de los CDs usados fueron dañadas con instrumentos o embadurandas con pintura o pegamento para garantizar ese tipo específico de salto o glitch, luego ensamblado con lo que se siente con una gramática propia. Así, el álbum consiste en una composición larga (24 minutos) titulada "Do while", armada como loops de vibráfono que se superponen a la manera de "Music for airports" y también una serie de tonos graves que fluyen desde mínimos apenas audibles hasta máximos capaces de estremecer los parlantes del aparato con que esté siendo reproducida la música: y, por encima de ese ir y venir, pequeños saltos de CD que pautan un ritmo incesante, una suerte de compartimentación extrema y cristalina del tiempo. Tanto aquí como en las otras piezas más breves -en particular la ruidosa "Commerce Server", que parece pixelar de manera extrema (como una Mona Lisa en 8 bits o en gráficos CGA) una música que no llegamos a precibir pero que intuimos allí- lo que oímos parece la materialidad misma del CD, su esencia misma en tanto formato. En lugar de quedar propuesto como el formato más claro y perfecto, frío e inhumano, en "94e Diskont" aparece en toda su parafernalia de fallos y errores, que alcanzan el estatus de medio expresivo. 
Dejando de lado la más larga de las piezas, acaso la más fascinante sea "Shop in store", que suena por momentos a una canción o serie de canciones avanzada en FF a una velocidad de 4x desde una vieja lectora de CDs. Y una vez más: hay detrás una música inasible (como el tema no declarado de una serie de variaciones enigmáticas) de la que sólo oímos el formato: su verdadera materialidad.

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