"Abbey Road", The Beatles, 1969, Apple


Entre los dos (o tres) candidatos más firmes a la complicadísima categoría de "mejor álbum de The Beatles" acaso "Abbey Road" sea el que más felizmente prescinde de esa sensación de novedad o experimentación arriesgada fácil de encontrar en "Revolver" (1966) y en "The Beatles" (1968); esto no quiere decir que el disco no lleve consigo momentos que hagan pensar en algo más que "hagamos una vez más, y por última vez, todo aquello que aprendimos a hacer tan bien" y exhiban la marca de cierta forma de riesgo, al menos para la posible zona de confort de una banda cuyo ímpetu creativo, por otro lado, pareció o bien desafiar esa noción de zona cómoda en la que trabajar o bien dejar ver claramente que su zona de confort se confundía con el rock y el pop completos.
Dicho de otro modo: el uso de sintetizador Moog en tantas piezas del álbum (notoriamente al final de "I want you (she's so heavy)"), ya para 1969 no sonaba acaso tan "vanguardia" como lo habían hecho en su momento los loops de cinta de "Tomorrow never knows" o la música concreta de "Revolution 9" y la nunca publicada "A carnival of lights", ni hay entre las canciones de "Abbey road" una que represente un desafío tan marcado al pop/rock de la época como lo fue "Strawberry fields forever" o incluso -en apenas menor medida- "I am the walrus", pero pensadas en el contexto o en el acervo de la banda sin duda que representaron una movida arriesgada piezas como la ya mencionada "I want you (she's so heavy)", sin dudas la más oscura de la discografía completa (cabría pensar en "Long, long, long", pero carece del componente casi siniestro tan notorio en "I want you..."), o incluso la apuesta por sonoridades tan austeras y deslumbrantes como las de "Because" y el cuasi-ambient de "Sun King".
Es ineludible referirse a "Something", una de las canciones más bellas de la banda (con su magnífico y sutil solo y la emotiva modulación desde Do mayor hasta La mayor en el puente), y a "Oh! darling", una de las performances vocales más asombrosas de McCartney, pero además de la excelencia pop "Abbey Road" es quizá -más allá de la incepción del álbum conceptual simulada con éxito en "Sgt. Pepper's"- el momento en que más se acercaron The Beatles al rock progresivo, gracias a la composición en varias secciones (un medley de canciones, en rigor, pero con elementos estructurales que aportan una cohesión notoria) del lado B y a los cambios de tempo, ritmo y compás (6/8 y 4/4) en "I want you...", y vuelve inevitable el pensamiento en clave ucrónica de qué hubiese pasado en los setentas si la banda no se hubiese separado.
La edición en CD ofrece el momento de mayor contraste de la discografía completa (rivalizando con "Helter Skelter"/"Long, long, long") cuando al cierre abrupto de "I want you..." se le yuxtapone el dulcísimo comienzo acústico de "Here comes the sun"; en el vinilo, de todas formas, caía ahí la cesura del álbum, la separación entre las dos caras del disco.
Otra faceta de especial interés en "Abbey road" es el uso de técnicas de estudio; así, hay logros especiales en los coros (George y Paul) de "Octopus's garden", con compresores y limitadores, además del pasaje de guitarras por parlantes leslie en varios momentos del álbum. También es interesante notar el uso de procedimientos de la música clásica de la India en las piezas aportadas por Harrison (en particular las figuras melódicas en el solo de "Something" y las pautas rítmicas en el puente de "Here comes the sun" (además de su intrincada armonía), que incluye compases de 11/8, 4/4 y 7/8.
El medley del lado 2 está ensamblado con piezas que podrían haber brillado por sí mismas, como la deliciosa "She came in through the bathroom window" y "Golden slumbers", a la vez que realza composiciones acaso menores -como las humorísticas "Mean Mr.Mustard" y "Polythene Pam"- mediante su inserción a una secuencia más vasta e incorpora secciones que dificilmente podrían ser pensadas como composiciones autónomas -"Carry that weight", para cerrar con lo que no cabría ser descrito de otro modo que el final perfecto para la serie de álbumes que había quedado inaugurada por la cuenta de 1...2...3...4 de "I saw her standing there", de paso incorporando el único solo de batería grabado por Ringo con la banda y la sucesión (Paul, George y John, tres veces) de solos de guitarra de dos compases de duración, que de alguna manera se ofrecen como signos de estilo e incluso personalidad de los músicos.
Finalmente, no hay otro disco de The Beatles que suene con la calidez y perfección del que sería el último que grabaron; y en esa línea de apreciación del sonido y las texturas cabría señalar que los más grandes momentos de la década que empezaría un año, tres meses y seis días después de su aparición -"Dark side of the moon", "Low", "Another green world", por nombrar apenas tres- de alguna manera parecen tomar la posta de "Abbey road" y seguir adelante.

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