"Brain salad surgery", Emerson, Lake & Palmer, 1973, Manticore

Es posible que la portada, a cargo de H.R.Giger, sugiera una estética más ominosa, oscura o siniestra que lo que finalmente ofrece el cuarto álbum de estudio de Emerson, Lake & Palmer, pero si pensamos en el trabajo completo del suizo (que incluía tanto el rostro femenino más plácido y no menos biomecánico que revelan las dos mitades de la tapa de la edición original como una pija que dejaría claro que "brain salad surgery" es un eufemismo pintoresco para "fellatio") el concepto general es acaso más sutil y permite pensar que también en la música debemos buscar matices.
Por otro lado, el disco deja claro desde su apertura que se trata de una dosis atronadora y virtuosística de música y musicalidad. Y es fácil hablar de "excesos" -se usó mucho el término en reacción al rock progresivo, pero convengamos que los músicos del género habían salido de conservatorios y eran de clase media, en lugar de la cosa más proletaria del rock más simple, directo, visceral o "auténtico", lo cual permitía esa aburrida culpa de clase tan común en críticos e intelectuales en general- y por tanto no meterse a fondo en el dramatismo monumental de la composición que abre el lado A del vinilo (cuya letra está tomada del poema "And did those feet in ancient time", de William Blake, y su música, arreglada por la banda, pertenece al himno "Jerusalem", de Hubert Parry), o en la exhibición de virtuosismo de "Toccata" (de hecho una tocata es, precisamente, una piza virtuosística en extremo), adaptada del (más ominoso y espeluznante en su versión original, admitámoslo) cuarto movimiento del concierto número uno para piano de Alberto Ginastera. En cualquier caso, "Tocatta" está al borde de convertirse en virtuosismo por el virtuosismo y nada más, y si no redunda en ello es por sus texturas y sonoridades, por sus momentos -justamente- menos musicales y más noise (los burbujeos de sintetizador hacia 5:30, por ejemplo).
El plato fuerte del álbum es "Karn evil 9", dividida en tres secciones ("impresiones"), la primera de ellas a su vez cortada en dos partes debido a las limitaciones del vinilo. Más allá de su concepto narrativo (se ha señalado que habla de un mundo en que las computadoras se vuelven contra sus creadores), que en rigor aporta poco y nada, la pieza logra crear la sensación de inabarcabilidad y de pasmosa variedad, con momentos de gran voluptuosidad y belleza melódica y otros (la segunda mitad de la segunda impresión, por ejemplo), más oscuros y contenidos. El exceso, por llamarlo del modo más simple, logra quedar al servicio de una estética del grotesco a la "Mad Max", y en esa línea aporta a la creación de un mundo ficcional donde se funden lo postapocalíptico, el terror y lo circense.
De las composiciones "menores" del lado A la más bella es sin duda "Still... you turn me on", compuesta enteramente por Greg Lake en el estilo de balada acústica y atmosférica que ya había sonado en el primer álbum de King Crimson (en canciones como "Epitaph" o "Moonchild"), matizado por algunas irrupciones de Keith Emerson en teclados. El momento menos interesante del disco viene a continuación con "Benny the bouncer", una pieza en la que los músicos de la banda dan la impresión de esforzarse por ser graciosos, en general apartándose marcadamente de la estética del resto del álbum.

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