"Music for 18 musicians", Steve Reich, 1978 (versión original, ECM), 2015 (versión de Ensemble Signal, Harmonia Mundi)
Posiblemente la obra maestra de la escuela minimalista (y también de su autor), "Music for 18 musicians" es una fuente inagotable e intrincada de maravillas. El esquema formal que la genera es engañosamente simple: hay once acordes y once secciones, cada una de ellas pensada para explorar uno de los acordes expandiéndolo con pequeñas frases melódicas reiteradas una y otra vez. Estas frases quedan a cargo del piano, las marimbas y los xilófonos (a los que se suma algún o algunos metalófonos: celesta, vibráfono apagado, glockenspiel, saron, etc), mientras que las notas más prolongadas que componen los acordes son relegadas o bien a la voz humana o bien a instrumentos de viento, a cuyos músicos se les demanda que sostengan las notas lo más posible; así, los ciclos del aliento contribuyen a establecer "pulsos" en la obra.
Todas las secciones ofrecen momentos sobrecogedores; las notas profundas de la sección quinta pasada la mitad, por ejemplo, junto al movimiento de relojería del piano, ofrecen una miniatura de gran belleza; poco a poco, además, los patrones de estas frases parecen reaparecer, también ellos repetirse, siempre con variaciones, y en hacia las secciones octava o novena la impresión es la de haber regresado a un lugar familiar para encontrarlo sutilmente cambiado. Otros momentos especialmente hermosos aparecen hacia el final de la sección IIIA, con su complicada trama de polímetros, y en el burbujeo de voces hacia la mitad de la sexta sección.
La inspiración de la obra completa puede rastrearse hacia la música balinesa de gamelan, y, pensando ahora hacia adelante, hasta la versión digamos "rockera" a cargo de la encarnación ochentera de King Crimson, que retomó el procedimiento en el álbum "Discipline" (1983) recreando los patrones de reiteración y articulación con dos guitarras de manera especialmente lograda en la composición que da nombre al disco.
De las seis versiones grabadas hasta el momento sin duda es ineludible la primera, del sello ECM y a cargo del grupo Steve Reich and Musicians (con el propio compositor a cargo del piano y la marimba), pero vale la pena escuchar la de Ensemble Signal, en el sello Harmonia Mundi, especialmente recomendable a la hora de pensar a "Music for 18 musicians" no sólo como una pieza centrada en lo rítmico sino -con esa cualidad que hace al contacto entre el minimalismo y el ambient- también en lo estrictamente sonoro o sónico. Así, las secciones son presentadas con una suerte de delicadeza que facilita el disfrute de las distintas texturas que van generándose en la interacción de tanto las frases melódicas y las notas de los acordes como de los timbres de los instrumentos utilizados. La sensación general es la de un paisaje menos vasto, más reconcentrado y cálido, menos austero y más acogedor.
Todas las secciones ofrecen momentos sobrecogedores; las notas profundas de la sección quinta pasada la mitad, por ejemplo, junto al movimiento de relojería del piano, ofrecen una miniatura de gran belleza; poco a poco, además, los patrones de estas frases parecen reaparecer, también ellos repetirse, siempre con variaciones, y en hacia las secciones octava o novena la impresión es la de haber regresado a un lugar familiar para encontrarlo sutilmente cambiado. Otros momentos especialmente hermosos aparecen hacia el final de la sección IIIA, con su complicada trama de polímetros, y en el burbujeo de voces hacia la mitad de la sexta sección.
La inspiración de la obra completa puede rastrearse hacia la música balinesa de gamelan, y, pensando ahora hacia adelante, hasta la versión digamos "rockera" a cargo de la encarnación ochentera de King Crimson, que retomó el procedimiento en el álbum "Discipline" (1983) recreando los patrones de reiteración y articulación con dos guitarras de manera especialmente lograda en la composición que da nombre al disco.
De las seis versiones grabadas hasta el momento sin duda es ineludible la primera, del sello ECM y a cargo del grupo Steve Reich and Musicians (con el propio compositor a cargo del piano y la marimba), pero vale la pena escuchar la de Ensemble Signal, en el sello Harmonia Mundi, especialmente recomendable a la hora de pensar a "Music for 18 musicians" no sólo como una pieza centrada en lo rítmico sino -con esa cualidad que hace al contacto entre el minimalismo y el ambient- también en lo estrictamente sonoro o sónico. Así, las secciones son presentadas con una suerte de delicadeza que facilita el disfrute de las distintas texturas que van generándose en la interacción de tanto las frases melódicas y las notas de los acordes como de los timbres de los instrumentos utilizados. La sensación general es la de un paisaje menos vasto, más reconcentrado y cálido, menos austero y más acogedor.
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