"Ambient 4: on land", Brian Eno, 1982, EG
De alguna manera los tres primeros discos
de la serie Ambient representan -bajo el punto de vista de su productor/creador
Brian Eno- un proceso generativo; sea porque la textura es creada por la
interaccion fase-desfase de loops de distintas longitudes ("Music for
airpots") o porque su rol se reduce a fijar parámetros estrictamente
sónicos a un input musical generado por otro ("The plateaux of
Mirror", "Day of radiance"), Eno desplazó notoriamente su lugar
como artista o sujeto emisor de la música hacia el del supervisor de un
procedimiento; sin embargo, en la cuarta y última entrega de la serie, las
composiciones prescinden de sistemas generativos y operan más bien como
pinturas sonoras, con todos sus componentes instalados deliberadamente y con un
gesto paisajistico. Esto es visible no sólo en algunos de los títulos
("Lizard point" refiere a un lugar concreto de Inglaterra: "Land's
end", en Cornwall, y "Tal coat" remite al pintor Pierre
Tal-Coat, célebre por sus paisajes despojados y desolados) sino en las texturas
creadas en sí, que toman fondos de sintetizador -a veces con profundas
disonancias que contribuyen al lugar del álbum como pionero del dark ambient- y
les suman pequeños fragmentos melódicos que aparecen siempre de manera distante
y difusa en la mezcla (es interesante el uso mínimo del reverb en casos como
"Unfamiliar wind": el ambiente de la pieza está creado por la fluctuación
de la base de sintetizadores, y la espacialidad artificial queda relegada
apenas a detalles como los sonidos de las aves) además de grabaciones de campo
en las que aparecen animales: aves, grillos y ranas mayoritariamente.
El resultado es una marcada evocación de un
lugar específico; en "A clearing", por ejemplo, la sensación del
amanecer o de una repentina aparición del sol entre las nubes de un cielo
cerrado, parece imponerse al oyente, que pronto atribuye a las notas del
registro más agudo el rol de elementos del paisaje repentinamente iluminados
por el sol. Hay también imágenes sonoras de zonas acuáticas ("Tal
coat") y piezas que destacan por una resolución más fina del detalle
("Dunwich beach autumn 1960", sin duda entre las más sugerentes del
disco), y, ante todo, una inquietud ominosa omnipresente, aunque más palpable
en la inquietante "The lost day" o en el frágil paisaje de grillos de
"Shadow", sobre el que aparece una trompeta (a cargo de Jon Hassell)
extremadamente tratada con efectos. También opera a veces una repentina
profundidad añadida, como si se tratara de evocar cavernas en la noche
("Lantern marsh"), o, por el contrario, una sensación de elevación
("Unfamiliar wind (leeks hills)"), que parecen aportar un eje vertical
a la espacialidad del paisaje creado no sólo por cada una de las piezas sino
por la sucesión de estas. Así, la idea de inmersión del oyente en estos
paisajes sonoros parece el objetivo principal del disco, hasta el punto que en
sus notas para el LP original Eno propone un sistema de tres parlantes como
manera ideal de escucharlo.
Comentarios
Publicar un comentario