"Hunky dory", David Bowie, 1971, RCA
Posiblemente la primera obra maestra de Bowie sea su cuarto álbum, y no cabe duda que contiene una de las mejores canciones de la discografía en cuestión, "Life on mars?". Pero, en cualquier caso, el mayor atractivo de "Hunky dory", ese regreso -en principio- al folk y al pop de corte singer/songwriter después del breve experimento hardrockero (y más en plan esfuerzo de banda) de "The man who sold the world", está en la gran variedad de tonos y registros, como si cada una de sus canciones fuera de alguna manera un punto de partida posible para un proyecto aparte. Es interesante también pensarlo en el contexto de la evolución vocal de Bowie, que todavía no había alcanzado su mejor momento previo a esa gran división ocasionada por el quiebre de su salud hacia la época de la adicción a la cocaina y la dieta de morrones y leche, que lo llevó al estado de fragilidad y ansiedad extrema con el que puede vérselo en la actuación de 1974 en el Dick Cavett Show, donde parece perder el aliento a la mitad de "Young americans"; después de esa erosión la voz que reinventa Bowie -en "Station to station" especialmente, y después en "Low" y "Heroes"- es ya la de su madurez, de
modo que es la que oímos en "Aladdin sane" y "Diamond Dogs" (en particular en "Sweet thing") la que marca la mayor belleza de timbre e interpretación lograda por Bowie como cantante en esa fase primera de su carrera. Para "Hunky dory" esto todavía queda a cierta distancia; en algunas canciones -"Kooks" y el cover "Feel your heart"- la impronta de Anthony Newley es todavía marcadísima, y la faceta más teatral e imitativa encuentra en "Queen bitch" su momento
de acercamiento a Lou Reed, algo que -en el gesto de modificar las pautas de emisión de la voz con fines narrativos- brillará especialmente en el álbum que sigue, "The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars", grabado poco después de las sesiones de "Hunky dory" y lanzado recién al año siguiente.
Dejando de lado "Life on mars?" acaso lo mejor de "Hunky dory" esté en los finales de lado: "Quicksand" para el A y la oscura "The Bewley brothers" para el B; allí el álbum llega a su punto más alto en cuanto al hermetismo de las letras y esa ecuación -que sería después un esquema reiterado álbum tras álbum- de brillo pop con letras inescrutables. La variedad de texturas y recursos musicales (es interesant e por ejemplo ver en YouTube a Rick Wakeman explicando los cambios de acordes y tonalidades en "Life on Mars?") es especialmente notoria también; desde las capas de acústica en "Quicksand" hasta el varispeed en las voces de "The Bewley brotehrs", pasando por el dúo de acústica y eléctrica en "Queen bitch" y el piano prominente en "Changes", "Oh you pretty things" y "Life on Mars?", el álbum parece ser hasta demasiado heterogéneo en cuanto a su sonido, y lo que termina por conferirle cierta unidad está en las letras: en las referencias esotéricas ("I'm closer to the Golden Dawn, inmersed in Crowley uniform of imagery") y en los paisajes europeos de siglo XX tardío ("...from Ibiza to the Norfolk broads"), además de en el repertorio de ídolos o figuras señeras: Bob Dylan (desde la parodia bowiesca de la dylaniana "Song for Woody Guthrie", es decir "Song for Bob Dylan", con uno de los mejores momentos de la guitarra de Mick Ronson en el álbum), Lou Reed (en "Queen bitch", pero ante todo en la música tributaria de The Velvet Underground, en tanto la letra es más posible que se refiera a Marc Bolan) y Andy Warhol (con el momento de alguna manera más hardrockero del álbum, sólo que en plan acústico: tendrían que pasar más de 10 años para que Metallica reciclara su riff -y lo hiciera sonar desde eléctricas- en "Master of puppets"). La variedad musical, en todo caso, parece terminar por ilustrar a la perfección el impulso que va desde la letra de "Changes" hasta la de "Quicksand", y que después se concentra en las figuras a parodiar/homenajear/imitar: se arranca desde la idea del cambio permanente ("time may change me / but I can trace time") y se alcanza la -consecuente- negación de una sustancia al yo ("don't believe in yourself / don't deceit with believe / knowledge comes with death release").
"Hunky dory" es uno de los discos fundamentales de Bowie que menos suerte ha tenido en cuanto a remasterizaciones: la de 2015, sin embargo, que preserva todas las dinámicas de la grabación original, le hace justicia al álbum.
modo que es la que oímos en "Aladdin sane" y "Diamond Dogs" (en particular en "Sweet thing") la que marca la mayor belleza de timbre e interpretación lograda por Bowie como cantante en esa fase primera de su carrera. Para "Hunky dory" esto todavía queda a cierta distancia; en algunas canciones -"Kooks" y el cover "Feel your heart"- la impronta de Anthony Newley es todavía marcadísima, y la faceta más teatral e imitativa encuentra en "Queen bitch" su momento
de acercamiento a Lou Reed, algo que -en el gesto de modificar las pautas de emisión de la voz con fines narrativos- brillará especialmente en el álbum que sigue, "The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars", grabado poco después de las sesiones de "Hunky dory" y lanzado recién al año siguiente.
Dejando de lado "Life on mars?" acaso lo mejor de "Hunky dory" esté en los finales de lado: "Quicksand" para el A y la oscura "The Bewley brothers" para el B; allí el álbum llega a su punto más alto en cuanto al hermetismo de las letras y esa ecuación -que sería después un esquema reiterado álbum tras álbum- de brillo pop con letras inescrutables. La variedad de texturas y recursos musicales (es interesant e por ejemplo ver en YouTube a Rick Wakeman explicando los cambios de acordes y tonalidades en "Life on Mars?") es especialmente notoria también; desde las capas de acústica en "Quicksand" hasta el varispeed en las voces de "The Bewley brotehrs", pasando por el dúo de acústica y eléctrica en "Queen bitch" y el piano prominente en "Changes", "Oh you pretty things" y "Life on Mars?", el álbum parece ser hasta demasiado heterogéneo en cuanto a su sonido, y lo que termina por conferirle cierta unidad está en las letras: en las referencias esotéricas ("I'm closer to the Golden Dawn, inmersed in Crowley uniform of imagery") y en los paisajes europeos de siglo XX tardío ("...from Ibiza to the Norfolk broads"), además de en el repertorio de ídolos o figuras señeras: Bob Dylan (desde la parodia bowiesca de la dylaniana "Song for Woody Guthrie", es decir "Song for Bob Dylan", con uno de los mejores momentos de la guitarra de Mick Ronson en el álbum), Lou Reed (en "Queen bitch", pero ante todo en la música tributaria de The Velvet Underground, en tanto la letra es más posible que se refiera a Marc Bolan) y Andy Warhol (con el momento de alguna manera más hardrockero del álbum, sólo que en plan acústico: tendrían que pasar más de 10 años para que Metallica reciclara su riff -y lo hiciera sonar desde eléctricas- en "Master of puppets"). La variedad musical, en todo caso, parece terminar por ilustrar a la perfección el impulso que va desde la letra de "Changes" hasta la de "Quicksand", y que después se concentra en las figuras a parodiar/homenajear/imitar: se arranca desde la idea del cambio permanente ("time may change me / but I can trace time") y se alcanza la -consecuente- negación de una sustancia al yo ("don't believe in yourself / don't deceit with believe / knowledge comes with death release").
"Hunky dory" es uno de los discos fundamentales de Bowie que menos suerte ha tenido en cuanto a remasterizaciones: la de 2015, sin embargo, que preserva todas las dinámicas de la grabación original, le hace justicia al álbum.
Comentarios
Publicar un comentario