"Aladdin Sane", David Bowie, 1973, RCA
Para tratarse de un álbum sobre una
estrella de rock (entre otras cosas), "The rise and fall of Ziggy Stardust
and The Spiders from Mars" (1972) sonaba notoriamente poco rockero. Con la
excepción de piezas protopunk como "Hang onto yourself" y
"Suffragette city", buena parte del álbum queda ofrecido como un
momento más en la reelaboración y recreación del music-hall que Bowie había
intentado en su primer trabajo y en algunas zonas de "Hunky dory"
(1971), y es bastante notorio que dos de las canciones más estremecedoras del
álbum ("Five years" y "Rock'n'roll suicide") prescinden de
los lugares comunes del rockismo más elemental, del mismo modo que "Soul
love" y "Lady stardust" se instalan en un lugar similarmente
alejado y el corazón del disco, "Ziggy Stardust" suena como si no
tuviera precedentes ni sucesores en su manera de narrar una canción pop (carece
de estribillo y no repite un sólo verso en toda la letra, a la vez que su
elemento musical más reconocible -la intro y su reiteración en el centro y el
final de la pieza- no suena para nada rockera). Pero para el sucesor -descrito
por el propio Bowie como "Ziggy va a América"-, además de inventar un
nuevo personaje o persona (aunque, refinamientos aparte, es más o menos lo
mismo que Ziggy), el sonido buscado remitió a la desprolijidad de The Rolling
Stones en "Exile on main street" (1972) y, de hecho, a cierta esencia
posible de esa banda: así, en "Watch that man", la mezcla desfavorece
notoriamente a la voz principal y a ciertos arreglos a la vez que pone a la
sección rítmica al frente y suena desde una textura de guitarras con una
distorsión desprolija y áspera. Esto cambia súbitamente con la ultrarrefinada
"Aladdin sane", en la que brilla por primera vez en la carrera de
Bowie el piano de Mike Garson, en este caso con su solo más emblemático y
cargado de resonancias de vanguardia histórica -aunque para no perder el
horizonte rockero del disco conviene escuchar el rugoso downpicking de Ronson
sobre las explosiones de piano de Garson. Esa referencia al cabaret alemán, al
expresionismo y a la era del cubismo y el futurismo, por decirlo de alguna
manera, además, reaparece en "Time", otro de los grandes momentos del
álbum, y se metamorfosea, en su cierre, hacia el flamenco kitsch de telenovela
que suena en "Lady grinning soul". Pero el resto del álbum es rock
más o menos duro, y el lado del "menos" sin duda queda para el relato
de ciencia ficción presentado como doo-woop de "Drive in saturday",
con sus fraseos de saxo y sus líneas elegantes de bajo bajo capas de melotrón y
guitarra acústica, todo en un ágil 6/8 para un cuento de nostalgia futurista
que está sin duda entre lo mejor de la etapa glam de Bowie. El lado
"más" rock comparece de inmediato en el cierre del lado A, con
"Panic in Detroit" y su versión latinizada de la clave a la Bo
Diddley (además del mejor puente del álbum), y "Cracked actor", la
más groove y boogiebolanesca (aunque en la sonoridad desprolija y hasta
grotesca que hace al corazón de "Aladdin sane" y conecta el cierre
del lado A con su apertura) de la selección y, de paso, su mejor estribillo
("suck, baby, suck / give me your head").
El lado B queda inaugurado por
"Time" y sigue con la recreación más agil y cabaretera (como una
suerte de residuo más buena onda de la canción que abrió el lado) de "the
prettiest star", grabada originalmente en 1970 y con Marc Bolan en la
guitarra (es interesante la reconstrucción del solo de Bolan a cargo de Ronson,
que supera notoriamente al original en todo aspecto imaginable). Y, después, la
devoción Stone del álbum queda destruida por el que debería estar entre los
covers más geniales de Bowie, una reapropiación de "Let's spend the night
together" versionada tanto desde el lugar de una reescritura bajo el
sonido específico del album como desde una deliberada ironía o vocación de
destruir la canción, como si -en la línea de la letra de "All the young
dudes", que Bowie reversionó durante las sesiones de "Aladdin
sane", con su verso de "my brother's back home with his Beatles and
his Stones / we never got it off on that revolution stuss", suerte de
manifiesto del rock de tercera generación- estuvieramos escuchando a los
setentas dándole una paliza a la década que los precedió.
El lado B queda cerrado por "Lady
grinning soul", pero antes suena "The Jean Genie" -suerte de
resumen del repertorio de Americana del álbum-, reescritura de "I'm a
man" (Bo Diddley, 1955) mezclada de una manera deliberadamente hueca y hosca,
que contrasta de modo muy marcado con la producción más brillante y glam de la
similar y contemporánea "Block Buster!", de Sweet.
Y está, por supuesto, la portada, acaso la
imagen más icónica de David Bowie (quien, por cierto, jamás tocó en vivo con el
rayo maquillado sobre su rostro).
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