"The psychic nature of being", Lichens, 2005, Kranky


Instantáneas del mundo de las listas número 17: Hace unos meses procuré escuchar la lista completa de "los mejores 50 discos ambient" publicada por Pitchfork (es bastante fácil, está todo en YouTube); creo haber señalado ya que me encantan las listas, y en general ante una de la que desconozca más de un tercio de lo listado no hago otra cosa que procurarlo todo, como pasó con esta de Pitchfork, que de alguna manera sigo repasando. Pero hace unos días di con la lista de "los mejores discos ambient que no fueron incluidos en la lista de los mejores 50 discos ambient de Pitchfork", lo cual es lo suficientemente metalístico como para atraer mi atención. Y resultó que de esa lista conocía poco y nada. Si una de las funciones de las listas -en el caso de que haga falta una función para las listas- es orientarnos en viajes de descubrimiento, la de los discos faltantes fue de gran utilidad; además, otra cosa que cabe hacer con las listas es pensarlas desde un punto de vista crítico: ¿qué se está diciendo con la selección? ¿Qué estética se favorece, por ejemplo, en la lista de Rolling Stone de los mejores discos de heavy metal? ¿Qué posición hay tomada hacia los géneros, por ejemplo, si los géneros son importantes en el contexto de la lista? Etc, etc. Las listas como política del arte, las listas como clave del mundo. No es nuevo, y no hace falta volver a citar aquel ensayo sobre Wilkins ni discutir con las mentes petrificadas que rehuyen a priori de cualquier intento de ordenación.
Después de mirar la lista de los discos faltantes de aquella otra lista una cosa queda bastante clara: la lista de Pitchfork rehúye de manera bastante clara (los hay, pero como mucho alcanzan poco más que una décima parte) a los discos incorporables al género dark ambient. Y al decir "género" y no "subgénero" ya estoy señalando algo: quizá para Pitchfork, justamente, las diferencias entre ambient y dark ambient son tan acusadas que deberíamos hablar de géneros diferentes. En la reseña del disco número 50 (justamente el último lugar), el buenísimo "Morals and dogma" de Deathprod, Brian Howe señala que "los músicos dark ambient renuncian al murmullo celestial del género en favor de un fermento infernal"; la elección de términos es jugosa, y la frase dice bastante, en tanto equipara "ambient" a ciertas atmósferas plácidas y brillantes ("heavenly", dice). Si pensamos que de eso se trata el ambient en tanto género, está claro que la variante "dark" debería quedar por fuera y constuituir un género aparte, pero si optamos por una versión más amplia del concepto de "ambient" (y nos movemos estrictamente dentro de lo que señala Eno en sus notas fundacionales), la cosa no es tan así. Quizá podamos mejor dividir al ambient en grandes regiones, y hacer del dark ambient parte de una de ellas; en una reseña anterior me refería a una posible división del ambient entre piezas generativas y piezas expresivas, y ahora la escucha del primer álbum de Lichens (el nombre que eligió Robert Lowe para su proyecto ambient/dark ambient), tomado de la lista de discos faltantes de la lista de Pitchfork (esa lista o metalista, por cierto, es de Dave Segal), pienso que "The psychic nature of being" puede servir de punto de partida para pensar en una posible división apolínea/dionisíaca del ambient. En cierto modo parecería fácil proponer que lo generativo es siempre apolíneo (en tanto parece reductible a un esquema lógico, luminoso, racional) y que lo expresivo toca en mayor o menor medida lo dionisíaco, pero no sólo la segunda parte de la afirmación es complicada (¿o no lo es? ¿la música de Bach, sin duda apolínea, es generativa o expresiva? ¿Es ambas cosas? ¿Hay música apolínea expresiva? ¿Quizá haya que buscarla en el pop?) sino que también lo es la primera, sobre todo porque la manera en que opera esa división apolíneo/dionisíaco parece centrada en los mecanismos de generación de la obra, y no tocar las posibilidades abiertas por la escucha. De ahí que, quizá, un disco ambient generativo pueda sonar tenebroso, inquietante y, si se quiere, "dionisíaco" dependiendo de quién lo escuche. ¿O no? ¿El resultado lleva siempre marcas del proceso? Me lo pregunto.
En cualquier caso, el dark ambient ha de ser siempre -si no no es dark ambient- inquietante, incómodo, ominoso e incluso aterrador; un humanista podría sentirse asustado por las implicaciones de un proceso generativo (en otras palabras: por el hecho de que en rigor la expresividad depende de lo que llamamos sujeto, y también en rigor todo sujeto no es más que una serie de procedimientos neuronales, y por lo tanto no hay expresividad posible, en el fondo), así que, en última instancia, la clasificación propuesta es problemática y habría que usarla sólo donde parece servir para algo. Y quizá el disco de Lichen permita semejante uso, en tanto hay en él un fondo generativo (un drone ensamblado con loops de instrumentos y vocalizaciones que arman atmósferas fluctuantes en base a diferencias microtonales) que sirve de lugar a una serie de improvisaciones instrumentales (guitarra acústica, a veces más trabajada en efectos, a veces menos) que dialogan armónicamente con los drones. Por su mayor parte, el efecto es dark ambient -inquietante, sombrío, ominoso-, pero las secciones de guitarra demandan -y en esto desafían las pautas de Eno para la música ambient- una atención específica, salvo cuando por acumulación empiezan a ser sentidas como una y otra vez "lo mismo". Así, en la pieza más larga del disco ("You are excrement, you can turn yourself into gold"), la guitarra modal -que recuerda un poco a las improvisaciones de Robbie Kriegger en "The end"- parece ir sumándose lentamente al fondo o adquiriendo precisamente esa condición (ambient) de "fondo", y por tanto termina por colaborar -expresivamente, en tanto se trata de una improvisación- al clima general de la pieza, que es ante todo dependiente de un proceso generativo. Lo improvisado y emotivo puede remitir a lo dionisíaco (hay algo de eso también en la yuxtaposición de la guitarra acústica al fondo tonal creado con voces loopeadas, ecualizadas y enlentecidas, que jamás articulan palabras), mientras que el proceso en sí (en tanto opera desde la simple física de la interacción entre ondas para causar perturbaciones y se mueve cíclicamente en loops predecibles) es apolíneo. De hecho, cabría también pensar -sobre todo para la pieza larga recién mencionada- que hay tantas secciones "ambient" (ahora pensado como aquello "celestial") como "dark ambient", y que también por ahí el álbum parece reunir -como quería Nietzsche- lo apolíneo y lo dionisíaco. ¿Vale la pena entonces pensarlo desde esa dicotomía? Quizá.
Otra reflexión sobre el ambient parte de preguntarse qué significa una pieza ambient. En el caso del dark ambient el "uso" emocional o emotivo de los sonidos termina por ofrecer una respuesta (significa el terror, es decir), pero no sucede lo mismo con piezas eminentemente apolíneas ("1/1", de "Music for airports" sería un buen ejemplo); en cualquier caso, ¿qué significan -en tanto diferencias entre ellas- dos piezas cuyo proceso generativo y su textura sea virtualmente idéntica a la de "What?", de Folke Rabe? Es necesario ampliar el contexto: si una data de 1970 y la otra de 2017, el peso de la tradición aporta un significado posible, sin duda; y otra posibilidad: que derivemos algo de significado de sus títulos. Así, un disco que se titula "la naturaleza psíquica del ser" y cuya pieza más larga se llama "sos excremento, te podés convertir en oro", con su notoria resonancia alquímica, sin duda hace inevitable que el escucha lo piense desde ese vasto y difuso universo del esoterismo y lo extraño. ¿Asuntos dionisíacos? Quizá. 
Hay muchos "quizá" en esta reseña, pero para enlazar un poco con el principio querría decir que "The psychic nature of being" figura en mi top 10 de discos ambient (o dark ambient), y basta con escuchar el quiebre en la mitad de su pista más larga para sentir la expansión de un universo completo a explorar. ¿Y no es eso lo que le pedimos al ambient, su cualidad de paisajes imaginarios? Las piezas más breves son sin duda notables pero también menores, en el sentido de que ensayan lo que la tercera establecerá con rotunda claridad. En cualquier caso, tanto "Shore line scoring" (la segunda) como "Kirlian auras" (la primera, y hay más esoterismo en su título) incluyen trabajos increíbles de textura, en particular en los momentos en que se fuerza una suerte de saturación del sonido (3:36 de "Shore line scoring", por ejemplo) y se alcanza un sonido terroso, resquebrajado, que casi se puede tocar.

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