"Band on the run", Paul McCartney and Wings, 1973, Apple
Quizá se trate de dos maneras de decir lo mismo, pero es interesante que el mejor disco postbeatle de Paul McCartney (al menos hasta los 90s, o junto a lo mejor de los 90s y "New" y "Chaos and creation...") sea también el disco más eminentemente Beatle grabado por uno de los ex Beatles. Es decir: si hay algo que se parece a la discografía Beatle grabado después de 1970 no está ni en la obra de Harrison ni en la de Lennon, quizá porque ambos desearon apartarse de aquel molde; sin embargo, en el caso del disco de McCartney, todo lo que suena en sus 9 canciones parece asimilable a un posible disco Beatle de los 70s o, al menos, a los aportes McCartney de tal disco. Digamos de nuevo, entonces, que mientras los otros quisieron apartarse, McCartney continúo la línea. Por supuesto que faltaba el influjo de los otros -compositivamente de Lennon en particular- y lo que surgiera de esa interacción, y en ese sentido parece claro que el ímpetu sonoro y musical del álbum no está a la altura de los Beatles en su mejor momento; sin embargo, en tanto álbum, "Band on the run" es sin duda una de las mejores creaciones propuestas por un ex Beatle, si no la mejor (hay quien diría que ese lugar corresponde a "All things must pass", otros dirían que es "Imagine" o quizá incluso "Plastic Ono Band", pero cualquiera de ellos es menos cohesivo y "redondo" que "Band on the run"), y quizá precisamente porque es la que más satisfactoriamente logra "sonar Beatle". Esa cosa Beatle, entonces ,quizá no sea algo estrictamente "musical" (ciertamente no es lírico tampoco) sino, una vez más, un "sonido": algo que es sonido más que música (aunque, por supuesto, no bastaría sin la música a la que le da cuerpo).
La mini-suite de "Band on the run" parece, entonces, una versión a escala de lo que suena en el lado B de "Abbey Road", y el recurso funciona perfectamente bien cuando partes de "Jet" vuelven a sonar al final del lado B y el disco cierre con el estribillo en la sección "Band on the run": es, digamos, una operación conceptual que remite a algo que ya conocemos y que ya entendimos, o sea el "reprise" de "Sgt. Pepper's". Después, con "Jet" y "Mrs. Vabderbilt" McCartney parece alcanzar ese grado de energía "rock" nunca deleznable en las canciones de los Beatles (que son otras cosas además de estrictamente "rock", asumiendo que se pueda aislar tal cosa). En cierto modo, "Band on the run" es tan no-conceptual (en el sentido de parecerlo, o de querer serlo, o de jugar a serlo, sin efectivamente serlo) como el Peppers, y eso parece funcionar como una suerte de estrategia Beatle o al menos McCartney/Beatle.
Quizá lo mejor del álbum está al final de la cara B, con el sonido pantanoso del piano en "Nineteen hundred and eighty-five", sumado a su riff insistente y a la melodía cantada por un Paul de voz ecualizada de manera algo tenue. Pero es también un punto alto "Picasso's last words", en particular en su cambio a partir de 1:40 aprox (el clima relajado -que repite otros tantos del álbum, el de "Let me roll it" por ejemplo, pero también el de "Mamunia"-, la variedad tímbrica, la felicidad con la que todos los componentes de la textura parecen encajar entre sí, propia de hitos en ese sentido como "Penny lane") y, por supuesto, la inclusión de material temático escuchado anteriormente, que sugiere una suerte de modelo a escala del álbum insertado entre sus dos últimas canciones (oimos "Jet" y de nuevo el estribillo de "Picasso's last words" en dos tonalidades diferentes y una de las atmósferas sonoras más notoriamente Beatle).
Es destacable también el clima delicado y algo cursi de "Mamunia", y después quedan "Let me roll it" y "No words", que, con todo su encanto, parecen integrar la zona menos interesante del disco. Pero, en cualquier caso, todo "Band on the run" parece sonar tan cohesivo como la suite que lo inaugura: las otras 8 canciones parecen expandir y separar y desarrollar la pauta de profusión melódica y sonora presente en esa primera pieza del álbum, que vuelve a cerrarse sobre sí mismo. No sé si alguna de sus piezas constitutivas está a la altura de lo mejor de Paul con los Beatles (o de los Beatles y punto), pero "Band on the run" es más que la suma de sus partes -y lo es de una manera ligera y brillante y pop-, y por ahí va lo más fascinante que tiene para ofrecer.
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