"Minstrel in the gallery", 1975, Jethro Tull, Chrysalis
Después de dos álbumes fascinantes que se las arreglan para condensar todo lo que hace al rock progresivo ("Thick as a brick" y "A passion play") Jethro Tull siguió el camino digamos lógico de volver a la composición de canciones separadas que permitieran, a lo sumo, dejar ver esa conexión inevitable del concepto de "álbum" (no el "álbum conceptual": sobre eso ya habían llegado al máximo en "Thick as a brick"). Es interesante pensar que ese impulso no estaba maduro aún y que, por tanto, duró poco; para su octavo álbum, entonces, si bien no regresa la conceptualidad exacerbada sí lo hace el rock progresivo, y si bien ninguna de las piezas de "Minstrel in the gallery" ocupan lados completos del vinilo es fácil ver en ellas todas las marcas estilísticas del prog. De hecho, en el lado B del disco suena probablemente la obra maestra del Tull progresivo ofrecida como una pieza entre otras y no como una obra única dividida en las dos mitadas del LP. Así, "Baker st muse", con sus cinco secciones diferenciadas por títulos ("Baker St. Muse", "Pig-me and the whore", "Nice little tune", "Crash-barrier waltzer" y "Mother england reverie", que quedaron separads como tracks diferentes en la excelente "La Grande Édition", remasterizada y remezclada en 2015 por Steven Wilson) logra ser excelente en todo lo que se espera de rock progresivo propuesto por Jethro Tull, incluso cuando se lo piensa como un pequeño regreso a algo que históricamente quizá convenía trascender (y que la banda efectivamente trascendería a partir de 1977). Ese impulso durará todavía un disco más, "Too old to rock'n'roll", que no será por tanto tan "cancionístico" como "War child" pero tampoco incluirá piezas de la ambición de "Baker st muse" y, por tanto, digámoslo así, no está al mismo nivel de excelencia.
El lado A, por otro lado, es maravilloso. La apertura, con el title-track (8:13) y su seguidora "Cold wind to Valhalla" está al nivel de los mejores momentos de "Thick as a brick" o "Aqualung", si pensamos en el pasado de la banda, y de los mejores de "Heavy horses"; fácilmente, entonces, entre lo más fascinante grabado jamás por Jethro Tull.
Es interesante que la banda retuvo ciertos gestos hard rock a la vez que regresó a las texturas acústicas de "Aqualung", "Benefit" y "Stand up", en particular desde composiciones como "Black satin dancer" y "Requiem", en el lado A, y "One white duck / 0^10 = nothing at all", con sus guitarras acústicas y sus cuerdas, con la vocalización más suave e intimista de Ian Anderson; en ese sentido, "Minstrel in the gallery" puede pensarse como el disco que cifra la totalidad de lo que podía hacer Jethro Tull hasta mediados de los 70s: la delicadeza acústica, los riffs poderosos de eléctrica, las canciones de melodías bellísimas y la complejidad de sus piezas más progresivas, junto a delicadas atmósferas isabelinas (con laud y todo) y cierta ferocidad hardrockera que hay que buscar muy bien para encontrarla en otros álbumes de la banda.
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