"Thrak", King Crimson, 1995, Virgin

El retorno de King Crimson en los noventas aportó una etapa especialmente interesante de la banda, pero entre los tres álbumes publicados entre 1995 y 2003, quizá no sea "Thrak" -precisamente el que ejerce la propuesta más fascinante y extrema, con su doble trío- el que mejor ha envejecido o el que se mantiene con un poder mayor de seducción. Es cierto que no hay que olvidar el EP o "mini album" "Vrooom", que plantea versiones después retrabajadas de casi todo lo que sonaría en "Thrak" y -junto a los conciertos en Argentina de septiembre de 1994, después recogidos en el álbum en vivo "B'Boom"- establece las coordenadas estéticas del nuevo King Crimson: el trabajo de dos guitarras típico de los tres discos de los ochentas, un "peso" más marcado que retoma  buena parte del sonido de "Red" y lo extrapola a un metal alternativo o progresivo con una fuerte marca industrial, y una atención especial a la creación de ambientes con texturas de electrónica.
Es decir: toda la "época" inmediata que rodea a "Thrak", mientras operó el doble trío, es fascinante, pero el álbum no parece a la altura. Después Crimson estallaría (se "fraKctalizaría") en proyectos diferenciados de corte experimental, y todo eso sería traído de nuevo a la banda para sus álbumes de 2000 y 2003, de manera que parece dificil pensar en la evolución posterior de Fripp y compañía sin el establecimiento de "Thrak" (es decir, los dos tríos permitían una redistribución de músicos en proyectos diferentes -los "projeKcts"-, que tenían en común a Fripp y a esa vocación exploradora, de modo que en gran medida todo lo que se indagaría después se desprende de lo grabado en "Thrak", o, si se prefiere, de la línea que conecta a "Thrak" con su predecesor "Vrooom").
Otra manera de decirlo: lo mejor de "Thrak" no está en el álbum en sí (que si no fuera por el tercero de la discografía sería el más flojo) sino en las posibilidades que abrió y, en especial, en proyectos como "Thrakatakk", que retoma las improvisaciones durante el title track de "Trak" y las ensambla en varias piezas de manera similar al trabajo sobre el material en vivo en "Starless and bible black" pero, naturalmente, llevado a un extremo no presente en el álbum de 1974.
Quizá lo que no termina de funcionar del todo bien en "Thrak" es justamente su lado más pop, los elementos de corte sesentero o beatlero que en las canciones tomadas individualmente resultan atractivos pero que no parecen sino moderar la propuesta cuando lo que consideramos es el álbum completo. Es cierto que ese movimiento entre piezas arduas y extrañas y otras más pop está en todos los álbumes de la banda, pero no menos notorio es que en casi todos los demás discos eso funciona mejor que en "Thrak". "Dinosaur", es decir, es una de las mejores canciones de la banda, pero su sonido Beatle no se parece al extremo experimental de "Thrak" en vivo, ni tampoco al metal de "VROOOM" o "VROOOM VROOOM"; no se parece, diría, y no termina de complementarlo, excepto en cuanto a pensar esas canciones individualmente, como si fueran parte de un compilado.
En ese sentido, lo mejor de "Thrak" estaría en sus instrumentales: los ya mencionados "VROOOM" y "VROOOM VROOOM" -verdaderos "Red" de los noventas y el metal-, "B'Boom" -más extraño y ambient, similar de alguna manera a "The talking drum", de "Lark's tongues in aspic"- y el impresionante "Thrak". Después están las canciones, que tienen sin duda sus momentos de verdadera maravilla: "Dinosaur", "Walking on air" -acaso la más lograda en su dulzura pop-, "People" -la más floja en mi opinión-, "Sex sleep eat drink dream" -la más deforme y funky- y "One time", tensa, oscura y una favorita personal.
Es curioso que en un contexto de sonido tan complejo e intrincado la voz de Belew suene a grabación en vivo, con un mínimo de producción; para el estado de sus poderes como vocalista entonces -ya menor al de los ochentas, naturalmente-, quizá hacía falta un trabajo un poco más marcado; pero esto sucede también en "The construKction of light" y recién sería de alguna manera enmendado en "The power to believe", quizá el mejor de esos tres discos que se mantienen hasta ahora como la última trilogía de estudio de la banda.

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