"Fordlandia", Jóhann Jóhannsson, 2008, 4AD

El punto de partida es la historia de Fordlândia, el pueblo industrial que quiso levantar Henry Ford en la selva amazónica con el objetivo de asegurarse un suministro de caucho. Ahora en 2017 su población es de alrededor de 2000 personas, pero el proyecto en sí fue un fracaso, salvo, por supuesto, que se piense en el encanto conceptual de la empresa y sus ruinas. Y es desde la idea de una comunidad ideal, una utopía americana en medio de la selva que Jóhann Jóhannsson ideo su sexto álbum de estudio, el segundo -después de "IBM 1401, a user's manual"- de una trilogía dedicada a la tecnología, su impacto social y su potencial ucrónico o hasta fantástico.
Se trata de una composición notoriamente más "musical" que otras obras de su autor: en su digamos voluptuosidad melódica y su construcción de climas emocionales se deja ver el intento de dominar el lenguaje sinfónico. En ese sentido, quizá "Fordlandia" funcione mejor en el contexto de su álbum que como pieza aislada, en tanto complementada por secciones más ambient o incluso electrónicas (las cuatro variaciones de "Melodia", en particular la impresionante tercera, que comienza con un piano haroldbuddiano sumergido en las aguas más profundas y sigue con un paisaje oscuro y erosionado) adquiere nuevos significados por oposicion y desarrollo de ideas presentes en las otras piezas. Algo similar ocurre con "Melodia (guidelines for a space propulsion device based on Heim's quantum theory)", que altera drásticamente el tema variado por las que comparten la primera palabra de su título y lo arroja sobre un fondo secuenciado de intensidad creciente, para un resultado equiparable a una versión sinfónica de las composiciones de Tangerine Dream. Acá el referente es la teoría de campo unificado del físico alemán Burkhard Heim, que en algún momento declaró que todas sus indagaciones se basaban en su ambición infantil de concebir una manera de viajar entre las estrellas. A la vez, dado que no hay un verdadero concenso científico en cuanto a la validez de las teorías de Heim, acaso su obra pueda verse -y así se la siente en el disco de Johannson, en particular dada su yuxtaposición con el sueño utópico-tecnológico de Fordlandia- como una representación errónea del mundo capaz de abrir caminos a la ficción, como hace Pynchon con las teorías del éter en "Against the day".
Otro gran momento del disco es "The rocket builder", mucho menos musical y más ambient, que parece concentrar el ímpetu minimalista del disco, también notorio en "Chimaerica" y en las dos variaciones sobre el tema de "Fordlandia": "Aerial view" y "How we left fordlandia", el maravilloso y elegíaco cierre del álbum.
Quizá el momento más extraño en tanto a texturas es "The great god pan is dead", que incluye un coro y delicados ambientes que parecen remedar el sonido de la lluvia. Es, de alguna manera, el único momento en que el ímpetu representativo inevitable de la música nos acerca a una selva tropical.

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